El “plan Mundial” del ministro de Economía, Sergio Massa, está en el calentamiento previo. Apunta a evitar el efecto psicológico de los tres dígitos en la inflación de este año; la promesa ante el FMI habría sido que no supere el 95%. Meta ambiciosa pero a la que apuesta el gabinete que comanda Massa, por eso son troncales los acuerdos de precios que impulsan. Por ejemplo, con los textiles para contener los precios de la ropa por dos meses y el que aspiran a cerrar para 1.500 productos, fundamentalmente alimentos, hasta marzo de 2023.
Es la contracara que imaginan para compensar las subas de sectores que están regulados y que no podrían encorsetar, como las tarifas y los combustibles, por ejemplo.
Lo que repiten sin cansarse en el equipo del tigrense es “no vamos a devaluar de ninguna manera”; es la pieza reiterada en cualquiera de los despachos cercanos al ministro.
Las subas en los precios disparan fuego amigo y no le gustan a CFK, quien el viernes en el acto de la UOM elogió “los esfuerzos del ministro”. Entre ambos, que conversan mucho más seguido de lo que se difunde públicamente, tienen un denominador común en tiempos de alto voltaje político: echarle la culpa a Martín Guzmán y, de paso, al Presidente, Alberto Fernández, quien lo designó y bancó durante muchos meses de embestidas por parte de ambos.
El equipo en conjunto niega cualquier tipo de devaluación en este gobierno
Massa, animal político al fin, escuchó a la vicepresidenta y desdobló la suba en las prepagas que ella cuestionó y ahora estudia el bono de fin de año que ella “sugirió” en el acto de la UOM donde participó el viernes pasado.
“El bono se debe instrumentar aún”, aseguran en el entorno del ministro y él piensa en una herramienta para mejorar el poder adquisitivo, no solo de los trabajadores del sector privado sino de un millón de municipales, y se estaría buscando una bonificación para trabajadores contratados.
“Van a mirar más el esfuerzo que haremos que el resultado final”, disparó Massa esta semana en una entrevista periodística.
El ministro muestra gestión como su principal carta para contrarrestar los embates sobre la inflación, el talón de Aquiles del Gobierno, que prometió llenar la heladera. De hecho, en las últimas 48 horas, el ministro anunció algunas medidas. En primer lugar, firmó con la Agencia Francesa de Desarrollo un préstamo por US$ 74 millones para cofinanciar la modernización de la línea ferroviaria Belgrano Sur, en una obra que beneficiará a 65 mil pasajeros diarios.
Por otra parte, se anunció que mañana se difundirán medidas para proteger y fortalecer la economía de todo el sector cordillerano, que sufrió grandes pérdidas por las inclemencias climáticas.
Convocará a todos los ministros de Producción de las provincias y a los actores económicos afectados, para poner en marcha un conjunto de medidas fiscales y crediticias para proteger al sector”.
Otra de las principales preocupaciones es la demanda de dólares. Y en este sentido, el titular de Aduana, Guillermo Michel, juega un rol central. “El ordenamiento fiscal que planteó el ministro de Economía también incluyó un trabajo de la Aduana sobre las cautelares. Cuando asumimos, existía un stock de 2.600 millones de dólares de cautelares que debían ser liberados con dólares del BCRA, concentrado en 1.068 importadores”, sostuvo ante la consulta de PERFIL.
Desde su punto de vista “el trabajo que hicimos implicó que las cinco principales cautelares hayan sido desistidas voluntariamente por los importadores por un monto aproximado de 300 millones de dólares. Acá claramente lo que marcamos fue un cambio de estrategia y aplicamos un mayor rigor profesional y técnico al trabajo de las cautelares desde el área jurídica de la Aduana”.
El plato fuerte que reserva el gabinete económico para cuando termine el mundial de fútbol es anunciar el acuerdo fiscal con los Estados Unidos, que permitirá acceso a cuentas de argentinos en el exterior que tengan irregularidades fiscales domésticas.