“Me fue muy bien este año en lo personal”, arranca. Y así les marca la cancha a quienes perdieron en las elecciones. Incluso en el kirchnerismo. En la provincia de Buenos Aires “los politólogos y los publicistas inventan pelotudeces, ponen ‘Mi diputado’ y creen que con eso ganan la elección”, agrega luego, en una crítica directa a la campaña del oficialista Martín Insaurralde. Y enfatiza: “El Estado tiene que recuperar el control de la calle”. Envalentonado con su triunfo en la provincia de Río Negro, Miguel Angel Pichetto dice a PERFIL: “Me cansé de la hipocresía de ser siempre políticamente correcto”. Y muestra, señal de los tiempos, diferencias con el kirchnerismo.
En el 2011 soñó con la gobernación, pero no lo dejaron. Su lealtad no alcanzó para que Cristina Kirchner lo apoyara en aquella campaña. Sin embargo, afirmó que no tiene rencores: “La política no es para corazones solitarios o sentimentales de las ONGs” subrayó.
En octubre ganó las legislativas en su provincia. Ya lleva una década como jefe de la bancada oficialista en el Senado. Nació en Banfield, se crió en el conurbano bonaerense, se recibió de abogado en La Plata y creció políticamente en Río Negro. Acompañó a Carlos Menem, vivió como legislador la crisis de 2001 y hasta hoy defendió el proyecto kirchnerista.
— ¿Cómo termina el año?
— El balance de este año es muy importante, después de haber obtenido el reconocimiento de la sociedad de Río Negro, con un resultado en las PASO y en las generales de casi el 50%, indudablemente me produce una gran satisfacción. Ahora hay que seguir trabajando al lado del gobierno nacional, acompañando a la Presidenta.
— En otras provincias, el kirchnerismo perdió.
— Yo no soy mago, gané porque hablé de lo que se ha hecho. Eso estuvo ausente en la provincia de Buenos Aires. No escuché hablar de la creación de universidades, de las jubilaciones, de los subsidios. Aparecen los politólogos y los publicistas, inventan pelotudeces, ponen ‘Mi diputado’ y creen que con eso ganan la elección, cuando de lo que se trata es de hacer política. Hay que hablar de lo que se ha hecho, del balance de lo que se hizo, me parece que podríamos haber tenido otro resultado, lo mismo sucedió en la Capital. Yo no vivo en otro país.
— ¿Cambió después de las elecciones?
— Ahora digo lo que pienso, me cansé de la hipocresía de ser siempre políticamente correcto.
— ¿Por ejemplo?
— Por ejemplo digo que el Estado tiene que recuperar el control de la calle. Hay que hacer correcciones en materia de seguridad. Se puede tener una seguridad democrática pero que funcione. Acá ocurren cosas muy insólitas. El proceso penal de la provincia de Buenos Aires es kafkiano. Las condenas nunca llegan. En la Capital Federal estamos discutiendo si el portero fue el asesino de una niña cuando el ADN está en la uñas. También hay que terminar con la patria de los barrabravas, uno de los grandes flagelos de Argentina. Hay que procesar a 10 o 15 barrabravas de cada club, que están vinculados en distintos delitos. No somos ingenuos ni estúpidos, lo que sucedió el día del hincha de Boca en la Capital Federal contó con una logística. Eso fue movido con un interés, que es el de generar conflicto. Sería muy importante que las autoridades policiales y de seguridad de la Argentina usen la estructura de información y determinen quién pagó los colectivos.
— No desconocerá que existe vinculación entre el fútbol y la política.
— No desconozco nada y nunca tuve ningún tipo de vinculación con los barrabravas. A este tema hay que resolverlo. Estos personajes que vinieron a destruir el centro de Buenos Aires representan una imagen horrible para la Argentina y fueron movilizados especialmente. Los personajes de las hinchadas están identificados, habría que ir a buscarlos y armar un megaproceso.
— En la Argentina hay otros problemas…
— Sí, el narcotráfico. En este tema creo que más que juntarse con la oposición lo que hay que hacer es llevar adelante medidas concretas. Hay que armar una fuerza especial de lucha contra el narcotráfico. Es una vieja idea que tengo y sobre las que presenté dos proyectos. Pero no les gustó a algunos sectores de jefatura de Gabinete y a algunos ministros. Yo no creo en la liberalización de la droga. El narcotráfico es un delito trasnacional y requiere un foro especializado, como así también la lucha contra la trata de personas.
—¿Cómo ve los próximos dos años de gobierno?
— Hay que asegurar la gobernabilidad del país. Hay que acompañar a la Presidenta y me parece que en el Congreso lo podemos asegurar, por lo menos desde el lugar que conozco que es el Senado. Para eso tengo que hacer política. Hay que abrirse al debate ciudadano, hay que ir a todos los medios a discutir las ideas. Hay que consolidar el peronismo, que es la columna vertebral del gobierno de Cristina y de Néstor.
— Termina otro año con muchas tensiones sociales…
— Desde el 2001 siempre hemos tenido estas tensiones. Hay que seguir trabajando. Se ha hecho mucho en lo social, pero hay que seguir incluyendo a la gente en el proceso educativo.
— ¿Se arrepiente de algo?
—Uno siempre se arrepiente de cosas que podría haber hecho mejor. En el período de Menem algunas cosas se sobreactuaron. La Convertibilidad fue una sobreactuación. Hubo una subordinación de la política a la economía.
— ¿Cuál es su opinión sobre el caso Lázaro Báez?
— No hablo de lo que no conozco. No voy a opinar. No conozco la causa. Como soy serio no voy a abrir opinión.
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Palabras que son señales de los tiempos por venir - por Damián Nabot
Tras las elecciones, la figura de Miguel Angel Pichetto pareció irradiar señales de un cambio de tiempo político. Primero fueron las pintadas con la leyenda Scioli-Pichetto aparecidas en Bariloche, cuando el resultado de las urnas todavía era materia de debate. Se asemejó al primer ensayo oficialista para pensar un futuro sin Cristina Kirchner.
Su adversario interno en Río Negro, el kirchnerista Osvaldo Nemirovsci, lo cruzó públicamente: “Yo no me avergüenzo de gritar a los cuatro vientos que creo en un liderazgo y ese es el de Cristina, no el de Scioli”. Pichetto tomó distancia de las pintadas.
Luego planteó diferencias con el Código Civil que había sido bendecido por Cristina Kirchner. Y ahora, en la entrevista con PERFIL, criticó abiertamente la política de seguridad y la campaña kirchnerista en la provincia Buenos Aires, como así también evitó defender a los señalados por las denuncias del caso Lázaro Báez, sin defender a ninguno de los señalados por las denuncias. En el Senado interpretan que el cambio de discurso de este histórico defensor de los oficialismos peronistas se debe a sus aspiraciones para llegar a la presidencia provincional de la cámara, actualmente ocupada por Beatriz Rojkes de Alperovich. Cualquiera sea el trasfondo, el giro de un senador que atravesó los gobiernos de Menem, Duhalde y Kirchner sin perder influencia es un indicador para anticipar los corrimientos venideros.