POLITICA

Política brava

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Un nuevo campeonato, la misma violencia. El inicio del torneo Clausura evidenció una notable continuidad de los graves episodios que caracterizaron el segundo semestre de 2006. Una sola fecha bastó para darse cuenta de que lo único que cambió en el fútbol argentino es una hoja del calendario.

Mientras los políticos formulan grandes declaraciones y promesas de terminar con la violencia y los dirigentes hacen lo posible por demostrar que no tienen vinculación con los barrabravas, cada vez se torna más evidente que tanto unos como otros son los que han otorgado poder a esos hinchas. El reciente caso de River es claro. José María Aguilar siempre negó conocer a Los Borrachos del Tablón, pero luego de los enfrentamientos entre los líderes de la hinchada, la Justicia encontró armas blancas en un depósito con candado debajo de una tribuna del estadio Monumental y complicó la situación del presidente “millonario”.

Pero la relación entre los barras y el poder va mucho más allá del ámbito dirigencial de los clubes y llega a los estratos más altos de la política nacional. Algo que resulta preocupante, considerando que desde allí deben salir directivas claras para terminar con el problema. Aunque el ministro del Interior, Aníbal Fernández, haya mencionado alguna vez que “los barrabravas no sirven para la política”, los hechos parecen hablar en contrario y es el propio gobierno de Néstor Kirchner el que no da el mejor ejemplo, como lo demuestran las gestiones del ministro de Salud, Ginés González García, para que la hinchada de Racing lleve a algunos partidos una bandera que reza “Kirchner 2007-2011”.

La utilización de los barrabravas como “fuerza de choque” es algo que ya no está en discusión, aunque todavía algunos sigan insistiendo en mirar para otro lado. Nadie parece realmente decidido a solucionar el problema de la violencia en el fútbol, porque tanto políticos como dirigentes necesitan de los servicios de los “barras” para perpetuarse en el poder. Razones de la “política brava”, aquella que no se fija en medios con tal de conseguir sus objetivos.