La tragedia conocida como "Masacre de Ezeiza" fue uno de los hitos de la violencia política que caracterizaron el siglo XX, un período marcado por la irrupción del peronismo que marcó un antes y un después en la historia política contemporánea y resignificó la esfera pública.
En la década del setenta, cuando la violencia armada era una herramienta política legitimada, el partido Justicialista del exiliado Juan Domingo Perón sobrevivió la proscripción decretada por los gobiernos militares que se sucedieron desde que fue derrocado en 1955. Sin embargo, el costo fue su mutación hacia un espacio condicionado por la puja interna entre las organizaciones juveniles de izquierda y la llamada "burocracia sindical" de derecha por el control del partido -que devino en lucha armada-, la protesta colectiva y la represión ilegal.
Estos factores contenidos en una olla bajo presión bajo la figura de Perón concluyeron en la denominada Masacre de Ezeiza en junio de 1973 tras el regreso definitivo del expresidente al país, luego de haber estado exiliado durante 18 años. Se trató de un episodio decisivo en la historia de la violencia política del siglo XX en la Argentina coronada por la sangrienta dictadura militar que tomó el poder en 1976.
Masacre de Ezeiza, el sangriento saldo de la puja intraperonista de los años '70
En plena Guerra Fría, y con el fantasma de la revolución socialista que atravesaba Latinoamérica, Perón supo controlar los hilos del poder desde el exilio, a pesar de que fueron casi dos décadas de ausencia. El éxito del expresidente se debió en parte a la promoción del ala joven del partido asociada a las ideas de izquierda revolucionaria, a priori contrarias a la doctrina peronista (que absorbió desde el aparato del Estado a los precarizados trabajadores para evitar una revolución comunista).
Con la asunción presidencial de Héctor Cámpora el 25 de mayo de 1973, no solo el ídolo popular vio la posibilidad de retornar sino que se interpretó como un momento de triunfo para las organizaciones de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, entre ellas Montoneros, que se encontraban en las antípodas ideológicas de la llamada "burocracia sindical de derecha".
Las tensiones existentes al interior del movimiento peronista estallaron aquel 20 de junio en la Masacre de Ezeiza, a raíz de disputas por la ubicación de ambas facciones en los palcos y frente al escenario donde Perón tenía programado un discurso -y cuyo avión fue desviado a Morón ante el caos-, lo que derivó en un gran tiroteo contra la multitud.
Las consecuencias del enfrentamiento
El saldo del tristemente célebre enfrentamiento entre facciones del partido Justicialista -que decantó en uno de los momentos de violencia política mas relevantes de la historia reciente- se estima que fue de 13 muertos y más de 300 heridos, aunque se desconocen las cifras exactas. Además, hubo denuncias de secuestros y torturas.
Además, el enfrentamiento puso bajo la lupa el uso de violencia armada como arma política, y sirvió de preludio a lo que luego sería la "Triple A" (Alianza Anticomunista Argentina). Ésta fue creada el 21 de noviembre de 1973 por el hombre de máxima confianza de Perón y María Estela Martínez de Perón, José López Rega, para contener el accionar del ala izquierda del movimiento.
17 de noviembre: Día de la Militancia Peronista
Un año antes de la Masacre de Ezeiza el expresidente Perón regresó a la Argentina tras 18 años de exilio, por lo que se convocó una gran movilización popular en cuya conmemoración se celebra el Día de la Militancia Peronista cada 17 de noviembre.
Aquel día de 1972 a las 11.20, el vuelo DC-8 de Alitalia aterrizó en suelo argentino con el exmandatario, acompañado por el secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci y Héctor Cámpora. Este regreso fue tomado como símbolo de la resistencia y la militancia que hicieron que la liturgia peronista perdurara durante dos décadas a pesar de la prohibición del partido que rigió desde el derrocamiento del segundo gobierno de Perón en 1955.
El primer regreso de Perón y el Día de la Militancia
Bombardeo de Plaza de Mayo de 1955
La escalada de tensión política en la Argentina de mediados del siglo XX culminó con el bombardeo de Plaza de Mayo el 16 junio de 1955, día en que las Fuerzas Armadas atacaron la icónica plaza, símbolo de la argentinidad, con el fin de perpetrar un golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón y que sirvió de antecedente directo de la Revolución Libertadora que efectivamente lo logró dos meses después.
Con el fin de sembrar terror en la población, una serie de aviones dejaron caer cien bombas con un total de entre 9 y 14 toneladas de explosivos, de las cuales la mayoría cayeron sobre las plazas de Mayo y Colón, pero también impactaron en zonas aledañas. El saldo del ataque contra los civiles fue de 300 muertos -de los cuales solo 12 estaban en la Casa Rosada- y más de 1.200 heridos.
cp