El 14 de diciembre de 2009 fue un día muy especial para el entonces presidente del Banco Central. En efecto, cuando los argentinos estábamos ya planeando las vacaciones, el Dr. Martín Redrado advirtió, en cambio, que acababa de comenzar el principio del fin de su gestión al frente del banco que custodia las reservas del país.
—Como lo relato en mi libro –explica muy didácticamente Redrado–, parecía una mañana muy tranquila, pero todo comenzó a moverse cuando, a las 8 y media, me llama el secretario de la Presidencia para avisarme que hay un acto en Casa de Gobierno al cual me piden que asista. Esto me sorprendió porque yo no acostumbraba a asistir a esos actos por no parecerme apropiada la presencia allí del presidente del Banco Central. Para cerciorarme devolví el llamado y no sólo se me invitó a la ceremonia sino que me dijeron que la Presidenta quería reunirse conmigo a las 11.30.
—Para quien lo escucha, doctor, parece algo inquietante ese llamado imprevisto. Frente a la cita presidencial supongo que el interrogante sería: ¿cuál será el motivo?, ¿qué puede surgir de este llamado?
—Bueno, yo ya estaba acostumbrado. Sobre todo durante las crisis internacionales… la que tuvimos en el 2008, por ejemplo, hizo que el contacto con el Presidente o la Presidenta fuera frecuente para información general… pero lo de ese lunes me soprendió porque no había ningún tema en el horizonte. La Argentina terminaba el año tranquila. Habíamos pasado por distintas crisis, por sus últimos remezones… por lo tanto, sí, comencé a preguntarme: ¿cuál es el motivo de este llamado?
—¿Cómo fue el tono de la conversación? ¿Coloquial?
—Coloquial, pero distante. Con la Presidenta siempre hubo una relación de respeto profesional aun dentro del tuteo. No de confianza y, le repito, sí de respeto. Justamente recuerdo en mi libro que Horacio Verbitsky le preguntó a Néstor Kirchner: “¿Cómo tenés a un tipo como Martín Redrado de presidente del Banco Central?”, y Kirchner le contestó: “¿Sabés por qué? ¡Porque sabe!”. Y yo creo que había esa relación de respeto que se establece hacia una persona que conoce los temas económico-financieros.
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