A menos de sesenta días de las elecciones primarias, desde donde brotarán los candidatos del oficialismo y de la oposición para los comicios de octubre, dos sectores de la sociedad se solidifican en las encuestas: aquellos votantes que apoyan a rajatabla a Cristina Kirchner y aquellos que la rechazan tajantemente.
Los polos de la sociedad se endurecen.
En los primeros seis meses de 2013 se mantuvo la percepción positiva de Cristina en torno al 30%, fenómeno que, para encuestadores y funcionarios, refleja el piso electoral del kirchnerismo para octubre. Esa es la base sobre la cual el Gobierno debe enfocar la ingeniería electoral para sumar indecisos y, en el algunos casos, intentar convencer a los que hoy no votarían al oficialismo.
Según el último sondeo realizado por la consultora Management & Fit (M&F), que cerró los primeros días de junio, en abril se registró el tercer piso más bajo de la imagen positiva de CFK (tocó el 26,3%) desde abril de 2010. La caída coincide con la explosión en los medios del Lázarogate, luego de la primera denuncia en el programa de Jorge Lanata, el 14 de abril.
El segundo piso había sido en septiembre de 2012, cuando su imagen positiva tocó el 24,3%. Desde abril de 2010 –su “aceptación” alcanzaba el 20,9%– la imagen fue fluctuando hasta llegar al pico máximo de apoyo popular en septiembre de 2011 (64%), un mes antes de las elecciones, donde obtuvo el 54%.
“Crece el segmento de los desilusionados, gente que antes la apoyaba y ahora no, sobre todo en la imagen de su gestión”, refleja Mariel Fornoni, titular de M&F. Otro fenómeno que llama la atención a los encuestadores: el anuncio del aumento en la Asignación Universal por Hijo de hace dos semanas no mejoró la imagen positiva de la mandataria, como sucedió en otras ocasiones.
Pero el límite simbólico que hoy tiene Cristina es su imagen negativa, que refleja un correlato –aunque no directo– con quienes no la votarían. Desde enero de 2013 hasta los primeros días de junio osciló entre el 42% y el 43%. Si bien en marzo había bajado al 39%, en abril volvió a trepar hasta el 43%, donde todavía se mantiene.
Existen algunas barreras que debe superar el kirchnerismo en un año electoral. Todavía no está claro quién será el candidato de Cristina en la Provincia de Buenos Aires, que representa el 40% de todo el padrón.
Se especuló con Alicia Kirchner, pero esta semana venció el plazo para que presente un domicilio en provincia, requerimiento básico para que sea candidata en ese distrito. ¿Se lanzará de todas formas con el aval de la Justicia Electoral? También se especuló con el nombre del ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, pero aún no está confirmada su candidatura. Otra posibilidad es “destapar” algún intendente K joven, que refresque la imagen del vetusto peronismo bonaerense. La foto de Cristina con Martín Insaurralde, jefe comunal de Lomas de Zamora, sirve como metáfora del casting de candidatos.
Otro escenario que se fortaleció en las últimas semanas era “convencer” al gobernador Daniel Scioli para que, como prueba de fidelidad al “modelo”, abandone su rol ejecutivo y encabece una lista de diputados K en la Provincia.
El extendido paro docente fue una señal para La Plata, también el perpetuo déficit de recursos en una provincia que vive un profundo ahogo financiero. Un respiro para Scioli llegó con una serie de artilugios financieros que, según confían algunos de sus funcionarios, le permitirían pagar los aguinaldos de este año. No se blinda de una latente embestida K, pero puede discutir en otras condiciones.
Sergio Massa, el gran apóstol de la incertidumbre, es otra de las fichas del tablero. Quizá la más importante. Sólo con anunciar su candidatura, cambia radicalmente el mapa electoral. Suma y roba votos en varios espacios. Apenas quedan tres días hábiles para el cierre de alianzas electorales, el próximo miércoles 12. Todavía no confirmó si jugará y probablemente tampoco lo haga hasta el 22, cuando cierran las listas de candidatos, el único límite real para sus especulaciones.
Esta semana, Joaquín de la Torre, intendente de San Miguel, aseguró que Massa debe “preservarse” hasta 2015 y enfocarse en la gestión. Propagó el mensaje que Massa quiso. Prenuncia la caída de su candidatura o, todo lo contrario, la desinstalan para que luego tenga mucho más impacto.