Si Cuba, Venezuela, Colombia y México encabezan la lista de naciones de América, para la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), donde el ejercicio periodístico “es más peligroso” y la supuesta guerra contra el terrorismo de los Estados Unidos “sigue cobrándose víctimas” en ese campo; la Argentina, junto a Bolivia, Honduras y Uruguay, tiene también su mención de honor: compone el cuadro de países que “marcan” a los medios opositores al gobierno.
Entre las conclusiones de la SIP en su sexagésima segunda Asamblea Anual, que deliberó en el Distrito Federal mexicano, figura el “grave retroceso” que sufrió la región en materia de libertad de expresión, opinión y prensa libre, agravado el diagnóstico por el asesinato, en los últimos seis meses, de nueve periodistas, tres venezolanos, tres colombianos, dos mexicanos y un guatemalteco, además de “una escalada de amenazas de muerte y agresiones de todo tipo se abatió sobre decenas de medios y reporteros de todo el continente”.
En el mismo se sumó la desaparición de dos reporteros, uno mexicano y otro paraguayo. Así las cosas, en el último año, la cifra de periodistas asesinados y desaparecidos ascendió a 15. Es evidente que “los esfuerzos de los diferentes estados americanos tienen pocos frutos en la lucha contra la impunidad en los crímenes (contra periodistas)”, dijo Gonzalo Marroquín, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP.
El instituto volvió a criticar a Venezuela y a Cuba, y cuestionó severamente la actitud frente a la prensa del gobierno del mandatario boliviano Evo Morales, cuya gestión resultó calificada con un adjetivo que levanta polvaredas entre las llamadas “sociedades civiles”. Morales condice, para la SIP, un “gobierno de corte populista”.
En Cuba la situación todavía es más grave, ya que “no han cesado las acciones coercitivas contra el movimiento de informadores independientes”, resaltando que la cifra (conocida) de periodistas encarcelados “con penas de hasta veintisiete años de prisión asciende ahora a 26”. El traspaso del poder en Cuba, de Fidel Castro a su hermano Raúl, “no ha traído hasta el momento ninguna señal de cambio en el periodismo y la libertad de expresión”.
La SIP opina que la administración de Hugo Chávez en Venezuela, vulnera “sistemáticamente” el “derecho ciudadano a expresarse libremente sin ser molestado a causa de sus opiniones, recibir información y difundirla por cualquier medio de expresión”.
Sobre Colombia también cayó un mazazo: las amenazas contra periodistas “continuaron su tendencia creciente”, y no precisamente desde lo que se considera la narcoguerrilla de las FARC, sino que “cada vez más congresistas, funcionarios públicos y el propio presidente (Alvaro Uribe) descalifiquen” a los medios de comunicación.
En México, el informe sostiene que la libertad de prensa está restringida en varias regiones del país donde los periodistas reciben presiones políticas permanentes. La SIP sostiene que (los periodistas) son acosados “con acciones de presunto carácter legal”, e incluso agresiones físicas.
En estos términos, pareciera que la SIP fuera una agencia paragubernamental estadounidense, pero las cosas son más complejas. Los Estados Unidos fueron acusados de mantener “por períodos prolongados a reporteros de Irak sin presentar cargos contra ellos”, y advirtió que autoridades de ese país criticaron a determinados medios de comunicación norteamericanos que presionan políticamente para que no se revele “información que consideran 'sensible'”.
“Algunos tribunales” de ese país “siguen aplicando mano dura contra los periodistas que se rehúsan a revelar sus fuentes informativas. Seis de ellos fueron multados o enviados a prisión por ese motivo en el último año, con penas de hasta 18 meses de cárcel”, señalaron los voceros.
Sin embargo, no todo lo que reluce es oro: los Estados Unidos fueron excluidos a último momento de la lista que encabeza la Argentina porque, a juicio de la presidenta de la SIP, Diana Daniels, ese tipo de acoso e intimidaciones gubernamentales no amedrentan a los periodistas estadounidenses, en contraste con los informadores de los países mencionados.
