Desde Brasilia
Con su estilo incrédulo y permiso para sospechar de todo, la presidenta Cristina Kirchner dejó en evidencia en la cumbre del Mercosur su temor de que exista un “plan buitre” contra las democracias sudamericanas. Ayer, en Brasilia, Cristina hizo su último discurso como representante de Argentina en el Mercosur. Celebró la inclusión definitiva de Bolivia como miembro pleno del bloque, y dejó la capital de Brasil con por lo menos dos fuertes declaraciones de los vecinos en favor de las posiciones argentinas sobre las Malvinas.
“Tal vez se esté pergeñando en algún lugar un nuevo plan que no se llame ‘Cóndor’, sin apoyatura de las Fuerzas Armadas. (Algo) más sutil, más sofisticado. Pueden ser buitres, ya no cóndores, pero siempre son aves de rapiña, algo que no es casual”, dijo CFK al crear una extraña comparación entre el Plan Cóndor, que cumple cuarenta años, y los holdouts.
Cristina no mencionó a los países blancos de los supuestos “planes buitres”, pero hay que acordarse de su defensa de Venezuela en la Cumbre de las Américas en abril pasado. Ella llevó adelante en Brasilia la agenda anunciada previamente por el vicecanciller, Eduardo Zuain, de conversión del Mercosur en un “sujeto político”, para tratar temas más ambiciosos en ámbito multilateral.
La idea ha sido oportuna para los socios de Argentina, aunque se mostraron poco motivados a llevar adelante una agenda de comercio en tiempos de bajo crecimiento económico. El comunicado final de la cumbre ha tratado más sobre principios políticos que sobre los dilemas internos del bloque, como la prórroga o no de las listas argentina y brasileña de excepción al arancel externo común, que vencen a fines de este año.
La reciente incorporación de Bolivia, según Cristina, ha sido un “éxito para el Mercosur y un gran fracaso para los que durante años han previsto que el Mercosur iba a fracasar”, añadió la Presidenta.
Cristina logró fácilmente la aprobación de los socios del Mercosur de una condena a la presencia de una plataforma semisumergible británica en la plataforma continental de Argentina. Antes de embarcar a Buenos Aires, mantuvo un encuentro privado con Dilma Rousseff en el Palácio da Alvorada, la residencia oficial de la presidenta de Brasil.
Lágrimas y distinción
No hizo falta una declaración de amor. Cristina Kirchner y Dilma Rousseff se reunieron ayer en Brasilia en la cumbre del Mercosur y en una cita bilateral como si hubieran sido viejas amigas. La emoción de Dilma al saludar a Cristina con lágrimas y elogios causó sorpresa en sus colaboradores directos, acostumbrados al trato duro de la presidenta de Brasil.
“Somos testigos de cómo Cristina Fernández de Kirchner dirigió de manera firme y democrática a su país durante sus ocho años de gestión”, declaró Dilma, al recordar que Argentina tendrá un nuevo presidente en la próxima cumbre del Mercosur.
La presidenta de Brasil fue más allá al condecorar a CFK con el Gran Collar de la Orden de la Cruz del Sur –la más alta distinción del país vecino–. Cuando el collar se le escapó de las manos, Dilma se agachó delante de la argentina para buscarlo en el piso.
