Si Cristina Fernández de Kirchner se ausenta de la escena pública, el presidente Mauricio Macri queda solo. Y los errores de su gestión, al descubierto. Quizás por eso el mandatario la nombró con todas las letras cuando pidió al PJ "que demuestren que existe un peronismo responsable y confiable que no se deja conducir por las locuras que impulsa Cristina Fernández de Kirchner".
El exjefe de gobierno sabe que el proyecto de tarifas que se debatirá el miércoles en el Senado no surgió del kirchnerismo, sino que fue impulsado, en primer término por el Bloque Justicialista (33 diputados) y el Frente Renovador (21), con Diego Bossio y Marco Lavagna a la cabeza. El kirchnerismo (65) tenía otro en mente, pero se sumó a la iniciativa "moderada". ¿Y en el Senado? El kirchnerismo tiene solo 9 miembros, entre ellos la expresidenta. El principal opositor es el interbloque Argentina Federal, con 24. Lo conduce Miguel Ángel Pichetto, en la vereda opuesta a Cristina.
La exmandataria se corrió de la escena desde el 1 de marzo, cuando decidió no ir al Congreso a escuchar el mensaje de Macri en la apertura de las sesiones ordinarias. Su ausencia fue criticada por el oficialismo. ¿Por la República? Más que nada por la necesidad de tener al enemigo en frente y poder insistir con la "pesada herencia". Desde que Cristina se corrió del centro de la escena, a Cambiemos comenzaron a entrarle las balas y el oficialismo debió salir a dar respuestas. El exjefe de gobierno porteño, fanático del fútbol, desde abril ataja penales en lugar de patearlos.
El miércoles, si las gestiones para sacarle senadores a Pichetto no obtiene resultados, se aprobará un proyecto que el Presidente vetará. El mensaje de la oposición irá mucho más allá que una anulada por una firma presidencial. Tras esta batalla legislativa, Macri quiere avanzar con la flexibilización laboral y habrá que negociar el ajuste del Presupuesto 2019. El peronismo entendió que puede unirse en proyectos económicos. Que puede negociar por lo bajo con el kirchnerismo, lejos de los flashes televisivos.
Por eso, el Presidente necesita a Cristina en el centro de nuevo. Para no hablar de la economía. Para dividir al peronismo. Para volver a enamorar a sus votantes. Recordar que el fantasma de los K está a la vuelta de la esquina. Es la otra campaña del miedo.