Por primera vez en la historia habrá ballottage para definir al presidente de los argentinos. Más del 79% del padrón de votantes fue a las urnas para sorprender con un resultado inesperado. Contra todos los pronósticos, el líder de Cambiemos, Mauricio Macri, empataba al cierre de esta edición con su rival del Frente para la Victoria, Daniel Scioli. Ninguna encuesta se acercó al resultado de anoche. Tampoco las “boca de urna”.
El oficialismo se esforzó y mucho para no leer los números como una derrota. Pero no pudo. El castillo de naipes se empezó a derrumbar en la provincia de Buenos Aires, donde el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, perdió contra la referente del PRO, María Eugenia Vidal. En territorio bonaerense no hay segunda vuelta. Vidal es la nueva gobernadora.
El efecto “Fernández” fue decisivo para el mal desempeño de Scioli a nivel nacional, que perdió tres puntos en relación a las primarias del 9 de agosto.
La madre de la “derrota” fue Cristina Kirchner, que eligió al funcionario para disputar el territorio más importante de una elección. Lo apoyó incluso antes de la interna, en la que compitió contra el diputado nacional Julián Domínguez. Anoche, algunos en la Casa Rosada, recordaban en malos términos a Florencio Randazzo, que declinó participar en la contienda.
Pero Fernández se encaminaba hacia una derrota por su alta imagen negativa. El escándalo de la efedrina y el Triple Crimen de General Rodríguez lo dejó envuelto en una nube de sospechas sobre su rol en la pelea contra el narcotráfico, que sobrevoló a la opinión pública.
Otro error de Cristina Kirchner, analizaban varios funcionarios, fue no ponerle límites a dirigentes que ya no podían ser candidatos en la provincia de Buenos Aires, como Hugo Curto en Tres de Febrero, un intendente que gobernó durante 24 años el municipio.
La ola de “batacazos” en el Conurbano jugó un rol importante en la performance de Cambiemos que se quedó, por ejemplo, con Quilmes, histórico distrito peronista, territorio de Aníbal Fernández.
Sergio Massa, el candidato de UNA, quedó tercero, lejos de Cambiemos y del FPV, pero con un consolidado 20 por ciento de los votos. Será motivo de disputa entre Scioli y Macri para la elección definitiva, que se realizará el
22 de noviembre. Falta menos de un mes.
Sin mayoría. El Congreso será escenario de negociaciones, porque ninguna fuerza tendrá la mayoría por sí misma. Al kirchnerismo le fue peor de lo que le fue en las PASO. Todos tendrán que sentarse a discutir para aprobar leyes.
Un par de “errores” en la campaña de Scioli fueron marcados por funcionarios del Gobierno. Por ejemplo, la designación de ministros bonaerenses para un eventual gabinete nacional. “No los conoce nadie, y los que los conocen, los putean, porque la gestión en la provincia fue mala”, definió uno de ellos en diálogo con PERFIL.
Pero el voto castigo al kirchnerismo fue el ingrediente definitivo que terminó por sepultar las ambiciones del Gobierno y del sciolismo de triunfar en primera vuelta.
La certeza de que habría ballotage llegó pasadas las 21, cuando el propio Daniel Scioli, favorito en las encuestas, convocó “a los independientes y a los indecisos” y pronunció un discurso de campaña de cara al ballottage.
La seguridad de que el resultado era mucho peor del que esperaban llegó cuando el gobernador bonaerense se marchó, pasadas las 22, del búnker del Luna Park, pese a que había prometido salir de nuevo a hablar para comunicar más datos.
Alegría. El macrismo estaba eufórico. Entendió que la “ola” de cambio afectó a municipios y a varios distritos del interior del país. Una victoria significativa obtuvo Gerardo Morales en Jujuy, al ganarle al peronista Eduardo Fellner.
El PRO tiene mucho para agradecerle al aparato radical, bastante vapuleado en los últimos años.
Lo único que el kirchnerismo festejaba anoche, aunque con cautela, era un eventual triunfo de Alicia Kirchner en Santa Cruz, que aspiraba a la gobernación para suceder a Daniel Peralta.
En una elección absolutamente cerrada, la ministra de Desarrollo Social se imponía por escaso margen sobre el radical Eduardo Costa, pero faltaban cargar mesas de Río Gallegos, donde había ganado el candidato de la oposición.
Con estos números, el ballottage tiene un resultado incierto.