El cambio en la posición del kirchnerismo con respecto a Jorge Bergoglio cuando fue electo como papa dejó en off side a una serie de dirigentes que pensaron que continuaría la política de enemistad contra quien fue arzobispo de Buenos Aires.
Dos casos testigo se dieron en Diputados y en la Legislatura porteña. En el primer caso, el titular de la Cámara baja, Julián Domínguez, se negó a modificar el temario de la sesión cuando la oposición le reclamó hacer un alto para homenajear al Papa.
Su compañero de banca, Carlos Kunkel, fue uno de los críticos del ahora pontífice. En octubre de 2008, luego de que la Mesa de Enlace anunció un paro agropecuario, dijo que le pidan a Bergoglio “que rece más fuerte, que haga llover”. Ahora, expresó que es “un discípulo de Perón, un militante del PJ en su juventud”. En agosto de 2007, tras un duro documento del Episcopado, expresó que “Bergoglio es peronista, pero de derecha, de la Guardia de Hierro”.
Otro caso fue el de La Cámpora. En especial, el jefe del bloque de legisladores porteños K, Juan Cabandié, quien había ordenado retirar a su bloque de la sesión cuando el PRO pidió homenajear al Papa. Días después opinó: “Me parece genial que el Papa sea argentino, eso nos entusiasma. Como dijo nuestra Presidenta, ‘un Papa que habla de la ‘patria grande’ nos entusiasma’”. En la última sesión votó a favor de un proyecto de Cristian Ritondo (PRO) para colocar una placa en la casa de Bergoglio en Flores.
Por su lado, Hebe de Bonafini no fue la excepción. El 13 de junio de 2007 no tuvo problemas en apuntar: “La basura va junta. Macri y Bergoglio son de la misma raza y de la misma ralea. Son fascismo, son la vuelta de la dictadura”. A comienzos de 2008, recién asumido Mauricio Macri, Bonafini reclamó por un pago adeudado en una obra y, para protestar, decidió tomar la Catedral Metropolitana. El jueves pasado Hebe le envió una carta a Francisco en la que planteó: “Hoy escucho explicar de su entrega y trabajo en las villas. Me alegro infinitamente y siento esperanzas de un cambio en el Vaticano”.
Estela de Carlotto, titular de Abuelas, el 13 de marzo manifestó: “La Iglesia no dio ni un paso para colaborar con la verdad, la memoria y la Justicia. Bergoglio representa a esa Iglesia que oscureció al país”. Anteayer Carlotto se mostró más esperanzada: “Puede abrir puertas y darnos la oportunidad de saber dónde están los nietos que faltan encontrar y de saber dónde están los desaparecidos”.
Luis D’Elía, con el sello que lo caracteriza, el mismo día de la proclamación del nuevo papa, por Twitter, lanzó que “Bergoglio entregó a la dictadura genocida a Orlando Yorio y Francisco Jalics, sacerdotes jesuitas. Bergoglio protector de Von Wernich y protector y confesor de Julio César Grassi”. La semana pasada el dirigente K bajó el tono a sus críticas y le deseó a “Francisco sea un gran papa, mucho mejor que Jorge Bergoglio”. “Francisco logrará terminar con el esquema perverso de la cristiandad para volver al cristianismo de los primeros tres siglos de la Iglesia”, cerró esperanzado.