El 22 de junio cerraron las listas de los precandidatos para las PASO del 11 de agosto. Esa misma noche marcó una nueva estrategia escénica y de comunicación de la Casa Rosada para elegir o relegar a ministros, funcionarios o legisladores a la hora de hacer campaña y buscar apoyos para Martín Insaurralde, la gran carta de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la provincia de Buenos Aires, el distrito clave en las legislativas de octubre.
Por ahora, la única que lleva de la mano al candidato Martín Insaurralde es la propia Cristina Fernández de Kirchner. O, en su defecto, Daniel Scioli, quien encarna la versión más 'light' que el kirchnerismo desea mostrar en este agitado 2013.
Pese a especular con un rompimiento hasta último momento, la Presidenta eligió al proyecto K al gobernador Daniel Scioli como vehículo central para evitar la fuga de votos de 2011 y ensalzar la figura del intendente de Lomas de Zamora. Una o dos veces por semana, Scioli acompaña a Insaurralde a los recorridos por territorio bonaerense.
En una recorrida en Tandil, el mandatario provincial pidió "renovar los votos de confianza" para el lomense y explicó, en su lenguaje, por qué la Presidenta lo colocó en el principal promocionador de Insaurralde.
“Aquí estoy, con todas las responsabilidades porque la lealtad es un camino de ida y de vuelta", aseguró el gobernador. Como devolución de gentilezas, el intendente lomense señaló que Scioli acompaña a los Kirchner desde 2003 “con coraje, decisión, lealtad y convicción firme”.
En la otra vereda, aunque dentro del mismo proyecto, el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, mantiene un silencio inquebrantable. Con el protagonismo de Scioli, el extitular del AFSCA brilla por su ausencia en la campaña 2013.
Antes del cierre de listas, Mariotto sólo habló para criticar al principal adversario de Insaurralde, el intendente de Tigre y exjefe de Gabinete K, Sergio Massa.
Sin rock. Otra figura de la Casa Rosada poco incluida en el think tank del Gobierno es el vicepresidente Amado Boudou. El exministro de Economía acompañó el intendente de Lomas de Zamora en su visita a Bahía Blanca. Las fotos de esa recorrida tuvieron una limitada distribución en los medios nacionales.
Obras por votos. Como suele ocurrir ante cada elección, la obra pública cobra una vital importancia para el Gobierno. Además de ser una buena herramienta para traccionar votos, funciona como forma de presión para obtener el respaldo de los jefes comunales. Por eso, el ministro de Planificación, Julio de Vido, entró en la campaña a las PASO, haciéndole sentir el peso del presupuesto a los intendentes del PJ menos cercanos al cristinismo.
“El que pierda contra Massa en su distrito que se olvide de la plata. No le vamos a dar más nada. Que le vayan a pedir a Massa”, advirtió De Vido.
Al ministro se suma un explosivo vocero kirchnerista: el diputado Aníbal Fernández. En un tema espinoso para los intereses electorales de la Rosada -como el nombramiento del militar César Milani-, el exjefe de Gabinete salió públicamente a sostener la elección del presunto exrepresor.
Más medido, el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, se expresa con palabras justas. Hasta ahora, sólo acompañó a Insaurralde en su visita a Tecnopólis y se limitó a decir que el candidato kirchnerista "expresa con claridad los valores de esta Argentina". Poco más.
Otros dos habituales interlocutores de la Rosada que cultivan un perfil muy bajo en esta elección legislativa son el jefe de la bancada K del Senado, Miguel Ángel Pichetto, y el ministro de Defensa, Agustín Rossi, titular del bloque del FpV en Diputados entre 2007 y 2013.
Pichetto está más abocado a la campaña en Río Negro para lograr bancas de sus hombres en la legislatura provincial y en la Cámara alta nacional que lo posicionen en su gran objetivo: conseguir la gobernación rionegrina en 2015.
Rossi, por su parte, se encontró con el escándalo de Milani ni bien terminó de armar su equipo ministerial, rodeado de familiares y hombres que lo secundaron como diputado de la Nación.
Re-re y silencio. Dos clásicos intérpretes de la Presidenta en el Congreso tienen una nula participación en el debate electoral. Son los históricos Carlos Kunkel y Diana Conti.
Quizás para evitar que los kirchneristas más acérrimos no espanten más votos por haber hablado del plan de la re-reelección y la "Cristina eterna", la Presidenta preferiría que no interfieran y continúen su cruzada contra la Corte Suprema por la reforma judicial o la Ley de medios, así como sus obstáculos permanentes a las iniciativas de la oposición en el Congreso.