Todo fue repentino e inesperado. Rosalía Mera estaba de vacaciones y sufrió un derrame cerebral hace tres días, por lo que fue ingresada de urgencia por su hija en un hospital de La Coruña, donde el jueves a las 20.30 finalmente falleció. Tenía 69 años.
Fuera de España, Rosalía era conocida como la mujer más rica de ese país y sobre todo por ser “la dueña” de Zara, empresa que creó con su ex marido, Amancio Ortega, y que con su estilo se impuso en todo el mundo a punto tal que a junio de 2013 ostenta 335 tiendas en España y 1.386 repartidas en 87 países en Europa, América, Africa, Asia y Oceanía.
El salto. Rosalía nació en 1944 en un barrio obrero de la localidad gallega de La Coruña. A los 11 años dejó la escuela para entrar a trabajar como aprendiza en una casa de moda, La Maja. Ahí fue donde conoció a Amancio, de quien se enamoró para luego casarse en los 60. Juntos, decidieron dejar de trabajar en relación de dependencia e iniciaron un proyecto, Zara, que ella asumió como propio. Comenzaron, primero desde su propia casa, a fabricar y distribuir sus propios productos. En esa época, Mera tuvo a su primera hija, Sandra. Sus dos talleres apenas le dejaban ratos libres. Al poco tiempo quedó embarazada de su segundo hijo, Marcos, quien nació con una discapacidad que le demandaba más atención. Y por ese motivo, Mera decidió desvincularse de Zara.
En 1986, se separó de Amancio, quien quedó a cargo exclusivamente de Zara; Rosalía sólo conservó el 7% de la firma, según algunos medios consignan; otros le adjudican el 5,05%. Con el tiempo y ya definida como empresaria, su patrimonio se acrecentó con el 30,6% del capital de la cadena de hoteles Room Mate. Esto, según publicó la revista Forbes en su lista de millonarios del mundo de este año, la posicionó como la mujer más rica de España, con un patrimonio de 6.100 millones de dólares, y la número 66 entre las mujeres millonarias del mundo.
Pero la enfermedad de su hijo le cambió el rumbo y apenas se separó creó la fundación Paideia –educación en griego–, una organización dedicada a la integración social de ciudadanos en estado de vulnerabilidad y a la que se describió como un ejemplo de “filantropía sensible en la atención educativa a los jóvenes con discapacidad”.
A diferencia de su ex marido, hombre de estricto bajo perfil, Mera se declaró “de izquierdas”, apoyó a los indignados y se posicionó en contra de los recortes en sanidad y educación de la España actual. “Cuando se nace en las circunstancias en las que yo nací, no se puede ser otra cosa”, dijo en una entrevista a El País. En otra se describió como una “desclasada” y explicó que “si me tengo que identificar, me identifico mucho más con ese entorno que ha sido mi mundo y del que tampoco he querido moverme demasiado, porque me nutre, me sostiene”. Y esto no era sólo una definición para la prensa ya que, a pesar de su dinero, tomaba el autobús urbano en La Coruña –donde vivía– y visitaba las mismas tascas que solía recorrer antes de ser una famosa empresaria.
Ayer, el velatorio congregó a políticos de la comunidad gallega, banqueros, algunos diseñadores, representantes de empresas proveedoras de Zara, empleados y beneficiarios de la fundación, además de su hija, sus tres nietos y su ex marido. También hubo mensajes enviados por funcionarios del gobierno de Rajoy. Hoy será enterrada en la parroquia de Liáns, en Oleiros.