Su vida no pasó inadvertida para nadie: tres matrimonios, con tres celebridades, cinco hijos, nueve nietos, escándalos de cotilleo, belleza, aristocracia y fama. Esos fueron los condimentos de una vida plagada de alegrías, desazones, e intensidad. La de Marta Marzotto, ícono de estilo en Italia quien el viernes falleció a sus 85 años luego de una semana de estar internada en una clínica de Milán.
“Ciao nonita mia”. Así fue como su nieta Beatrice Borromeo –famosa por su boda con Pierre Casiraghi, hijo de Carolina de Mónaco–, dio la triste noticia sobre su abuela. Una mujer siempre a la vanguardia en su epoca, excéntrica y alegre.
Hace tan sólo un mes Marta había publicado una biografía titulada Desayuno con esmeraldas donde hacía un balance de los recuerdos más importantes de su vida como si hubiese sabido que la cuenta regresiva había comenzado. El mismo comienza con su llegada a finales de los 40 al norte de Italia desde su Emilia-Romagna natal para trabajar como limpiadora en los arrozales, donde las ratas le rozaban los pies. Razón por la cual se fue del campo a la ciudad donde trabajó como aprendiz de modista en lo que fue el comienzo de su vida tal como la conocemos. A partir de allí incursionó en el modelaje, trabajo gracias al que conoció al conde Umberto Marzotto, propietario de una fábrica textil, con el que se casó y tuvo cinco hijos. La separacion no le quitó estatus social. Las fiestas con Onassis, Rainiero y Hemingway fueron parte de su vida. Enseguida comenzó un romance con el artista italiano Renato Guttuso de quien fue su musa. Pero en 1976 Marzotto conoció y se enamoró de Lucio Magri, fundador del diario Il Manifesto.
En 1987, Guttuso fallece y ella comienza una batalla legal por la herencia de la que salió mal parada. Y a la que se le sumó que su primer marido, el conde le pidió el divorcio tras treinta años de matrimonio. Pero pese a la depresión volvió a resurgir en una nueva vida en Milán “mundana y brillante como las famosas joyas que diseñaba, excéntrica y elegante como los blusas que lucía”, dice un diario italiano.
Hace un década, ella compra una chacra en Punta del Este y desde entonces la convirtió en parte de su vida. Por allí pasó gente de la alta sociedad europea y contribuyó para que ese balneario figure como destino top para personajes del Viejo Continente.