Después de haber sido víctima de feroces críticas sobre su cuerpo, la princesa heredera holandesa Catalina Amalia se sinceró sobre la imposibilidad de llevar una "vida normal" al verse obligada a abandonar el alojamiento de la universidad en la que estudia por motivos de seguridad.
La joven hija de los reyes Guillermo Alejandro y Máxima, que comenzó una carrera en política, psicología, derecho y economía en la Universidad de Ámsterdam el año pasado, se mudó de su alojamiento para estudiantes pero regresó a vivir al palacio palacio real Huis ten Bosch, en La Haya, en octubre.
En ese momento, los medios de comunicación holandeses informaron que la princesa de Orange, de 19 años, era sometida a estrictas medidas de vigilancia por temor a que bandas criminales pudieran secuestrarla o atacarla.
La princesa aprovechó su viaje oficial al Caribe para referirse por primera vez a lo ocurrido: "Voy a ser muy honesta, todavía estoy pasando por un momento muy difícil, pero espero que eso cambie pronto". "Extraño la vida normal, la vida de un estudiante. Caminar por las calles, poder ir a una tienda", dijo.
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En un video en el que aparece con sus padres, la princesa heredera dijo que había disfrutado tener algo de libertad durante la gira internacional y dijo: "La pasé de maravilla".
Se cree que el nombre de la princesa, junto con el del primer ministro holandés Mark Rutte, apareció en comunicados entre grupos del crimen organizado que indicaban que podrían estar en la mira para ser secuestrados.
La noticia de que la vida de la futura reina peligraba bajo la amenaza de la mafia holandesa surgió en octubre, cuando la reina Máxima reconoció que su hija "apenas puede salir de casa".
"Esto significa que no vive en Ámsterdam y que tampoco puede salir. Esas consecuencias son muy duras para ella. No hay vida estudiantil para ella como la que tienen otros estudiantes. Estoy muy orgullosa de ella por seguir así", dijo la reina.
ds