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Carla Moure, la novia de Sebastián Ortega: “Mi gran pasión es escribir”

Fue modelo top y ahora forma parte del equipo de Underground. Acaba de estrenar su primera obra de teatro. Su experiencia en Cannes.

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Novio y jefe. Carla y Sebastián. “En Underground no soy su par, sino parte de un gran engranaje”. | C.M.

La sala del Centro Cultural San Martín queda a oscuras. Un lugar pequeño comparado con otros teatros pero gigante para Carla Moure, la autora de Jazmín de invierno. “Estoy acostumbrada a espacios más chicos, y llevar a cabo esta obra fue un desafío”, cuenta a PERFIL la novia de Sebastián Ortega. Modelo durante mucho tiempo, ahora se dedica a escribir, actividad que la apasiona. Además, trabaja en algunos proyectos de Underground, como Un gallo para Esculapio –que promete arrasar en los Martín Fierro–, y acompañó a la troupe de El ángel al Festival de Cannes.

—¿Cómo se dio el paso de modelo a escritora?

—El trabajo de modelo lo hice bastante para pagar las cuentas. Al salir de la secundaria estudié cine, y dentro de la industria lo que más me gusta es escribir historias. Ahora también trabajo como asistente de producción, y se me abrieron puertas gracias a mi novio. Estoy superagradecida a la etapa como modelo, me ayudó desde lo monetario y pude viajar por varios países, pero mi gran pasión es esta: me encanta el teatro.

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—¿Cuándo surge “Jazmín de invierno”?

—El proyecto comenzó hace unos tres años, y nace un poco de la vida misma. Está basado en un caso real que leí en el diario y me cautivó mucho. La chica se llama Jaycee Lee Dugard. Ella fue secuestrada y violada durante varios años en Estados Unidos; ya liberada, se animó a contar lo sucedido. Es una historia dura que refleja una problemática que sucede en la sociedad. Para la obra hubo mucho trabajo de investigación, de ver otras historias similares, leer libros, etc. Me parece que eso se refleja en los cincuenta minutos que dura.

—¿Cómo fue la puesta en escena?

—Nos costó bastante, pero al final Pablo Culell, que conoce al director del centro cultural, pudo dar con esta sala. Para él, que está más en TV, fue su primera experiencia en teatro y es un honor compartirla juntos. Lo mismo con Corina Fiorillo, la directora. En cuanto a mí, que vengo de hacer mucho teatro independiente en espacios pequeños, la sala es enorme. Cuesta mucho llevar gente, pero cuando salen y escucho que les gustó, me pone contenta. Soy un poco la productora integral y la hicimos muy a pulmón.

—¿Qué dice la gente de la obra?

—El contexto que está viviendo el país creo que ayuda. No es algo que haya planeado, se dio. Toda la lucha que se está planteando para la legalización del aborto seguro y gratuito genera algo en las personas que vienen a ver la obra. Cuando termina, muchas se quedan hablando conmigo y surge ese tema. Y no fue algo que yo haya pensado, se dio y me parece interesante. Las personas se van conmovidas y eso es lo que busco al contar una historia.

—Maite Lanata hace de la chica secuestrada. ¿Cómo trabajaste con ella?

—Es una actriz increíble. Cuando le propuse el papel tenía 16 años y lo aceptó. Junto a su madre, quien la coachea, eligen papeles que requieren una gran sensibilidad, que ella tiene. En mi opinión, ya es una de las grandes actrices y dentro de diez años vamos a verla ganar muchos premios.

—¿Cómo fue la experiencia de estar en Cannes?

—Un sueño increíble. No caía que estaba ahí, conociendo a personas tan talentosas. No formé parte de El ángel, así que fui de acompañante y fue hermoso poder “hacerles el aguante” a ellos y ver la repercusión que tuvo.

—¿Qué sentís al formar parte del “clan Ortega”?

—La verdad es que no estoy tanto a la par de ellos. Underground es una gran familia, donde Sebastián es un gran jefe. No hay nadie en la productora que no lo adore por la libertad que da para trabajar. Desde mi lugar es un placer poder participar con mi pequeño granito de arena, pero no es que estoy a su par. Soy un engranaje más de todo este gran motor, como lo es el resto de los que participan en la empresa; debemos ser más de cien. Es un orgullo hacer producciones de calidad que no sean unas latas que se compran en Turquía. Que estos trabajos triunfen en Argentina y en el exterior es buenísimo, sobre todo para representar la cultura audiovisual de nuestro país.