“¡Estás re-lúcido!”, le gritó alguien del público. “¿Cómo…?”, respondió él con teatralidad de alguien que no escucha. “¡Ah! –arremetió después de una pausa–, ¡Te diste cuenta!”. A esta altura de su carrera, más allá de los achaques de salud visibles, Charly García sigue demostrando que es el mismo niño inquieto y caprichoso que despista. Todavía está instalada esa imagen reciente, la de un señor mayor con piernas raquíticas que camina con dificultad y es ayudado por alguien para subirse a un auto. En tiempos de viralización extrema, la escena se propagó hace unas semanas en las redes como parte de “la cloaca viral”, según definió su socio musical, Fabián el “Zorrito” Von Quintiero.
La noche del jueves, García se volvió a subir a un escenario para presentar Random, su nuevo disco. Entre imágenes espaciales de fondo –una pantalla inició el show proyectando Odisea del Espacio 2001–, apareció sobre el escenario de Caras y Caretas, ubicado en el edificio de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo. De traje y sombrero, fue escoltado por el Zorrito y Rosario Ortega, quienes lo ayudaron a ubicarse frente a sus teclados.
Todo había comenzando de una forma poco usual: el mismo jueves por la tarde, García anunció en su cuenta de Facebook este regreso. Fue a través de una carta de puño y letra, dirigida directo a sus fans, quienes pagaron $ 1.000 para ver este show íntimo al que asistieron sólo 385 personas. “Borombombóm, borombombón, esta es la banda de Say No More”, fue el canto del comienzo de un público –en su mayoría– sub 30, algunos, con brazalete incluido.
Durante casi una hora y media, García repasó íntegro –y en orden de temas– su nuevo disco, para luego dar paso a cinco clásicos. Allí estuvo el “Zorrito” quien ofició de algo así como director de orquesta, dejando el protagonismo a Charly, pero marcando las entradas y salidas musicales de la banda. Charly hizo lo de siempre: cantó cuando quiso. En momentos, pareció olvidar la letra. En otros, fue porque sí, aún con la ayuda de un telepromter. Esta combinación remitió a un show de karaoke, una cuestión que para nada incomodó al público. Rosario Ortega estuvo en los coros, y en instantes donde García abandonaba su micrófono para improvisar algún fraseo en su guitarra.
Escenas de películas clásicas animaron parte del show, entre ellas Toro salvaje y Cantando bajo la lluvia. En algunos tramos, hubo esa referencia constante a la muerte con la que el músico suele jugar. Ya sea al momento de mostrar “la cinta” de él tirándose de un noveno piso en Mendoza, como al momento de interpretar el hilo conductor de Random.
El último tramo fueron cinco de “una que sepamos todos”: hizo Yendo de la cama al living, Me siento mucho mejor, Asesíname –“Este lo compuse porque era esto… o la muerte”, dijo–, No llores por mí, Argentina y El aguante.
El final fue a pura ovación. Charly se levantó ayudado por sus músicos y saludó a la gente. Nadie pidio bises y él tampoco insinuó seguir tocando, una escena tan propia en él y que ahora ya es sólo parte del archivo de este pilar del rock argentino.