PROTAGONISTAS
la risa en tiempos revueltos

“El humor es un momento de impotencia resuelto de manera agradable”, dice Saborido

Pedro Saborido es el nombre que completa la dupla creativa que formó con Diego Capusotto. Pero en solitario, también es un referente del humor nacional que abarca además su mirada, su historia –plasmada en sucesivos libros– de ciertos fenómenos sociales como son el capitalismo, el Conurbano y el peronismo. En un momento de incertidumbre económica y política como la que otra vez vive la Argentina, el humor es un bálsamo necesario y personas como Saborido lo saben. También apunta en su charla con PERFIL: “El humor acompaña, ayuda, pero no resuelve”.

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Libros. Saborido lanzó este año Una historia del capitalismo y reeditó Una historia del peronismo, escrito tras una derrota electoral. | télam

Las temáticas que abordó Pedro Saborido para hacer humor no fueron siempre las mismas, pero con el tiempo fue encuadrando las series: rock, peronismo, conurbano, capitalismo. “A mí, que soy un tipo formado en radio y televisión, me sirve mucho el encuadre, para ver mejor las aristas al tema”, sostiene a PERFIL. Sus libros Una historia de... impusieron una forma inconfundible. En las tapas, el protagonista es el subtítulo que enumera de manera hiperbólica, recordando la locución del festival Manguera Musmano, separador del ciclo Peter Capusotto y sus videos en el cual se presentaba una cantidad desmesurada de artistas y performers. Este año Saborido, presentó Una historia del capitalismo y reeditó Una historia del peronismo, proponiendo, de alguna manera, un diálogo entre ambos modelos económicos.

—¿Qué rol juega el humor en estos tiempos?

—El humor es un momento de impotencia resuelto de manera agradable. No creo que a base de contar chistes se pueda vencer a la muerte. En todo caso, creo que la muerte se ríe más que uno. Me parece que el humor acompaña, ayuda, pero no resuelve. El problema es cuando llegás a un punto en el que ya no hay humor que valga; o si hacés humor te convertís en un idiota. No creo en ese mandato de que todo lo podés resolver con humor, sí evadiéndote. También puede ser como pasarte de rosca con un analgésico: te intoxicás. 

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—Cuando ganó Trump, los guionistas de ‘South Park’ decidieron no hacer humor con él como presidente...

—Es que se vuelve fácil. Siempre está esta idea de que la realidad supera a la ficción. Algunos personajes de Peter Capusotto están construidos en base a la realidad. Por eso puede pasar que tiempo después aparezca alguien que se asemeje: porque están construidos de pedazos de cosas. Uno cuando genera una ficción, genera algo que ya se dio o que se puede dar. Pero por otro lado, los chistes de coyuntura los está haciendo todo el mundo. Y se vuelve un humor segmentado: hago chistes sobre Trump para que se rían los demócratas. Si él pierde, haré lo inverso, y así sucesivamente. Pero siempre son pequeñas venganzas frente a la impotencia. 

—Escribís humor de largo aliento, por así decirlo. 

—Es como si fuera una feria de artesanos: yo hago sahumerios. Ciertamente no a todo el mundo le gusta; yo no elijo lo que hago. Simplemente no sé hacer las cosas de otra manera. Creo que siempre estamos navegando entre el deseo y la aptitud. Lo que queremos y lo que nos sale: quiero cortar el pelo, pero soy un buen biólogo molecular, no sé. Lo que hago solo, o con Diego (Capusotto), es simplemente una manera de laburar. 

—¿Es más difícil hacerlo sin Capusotto?

—Obviamente sí; tengo que armar una imagen solo. Es, a su vez, una producción más personal. ¿Voy a llegar a menos gente? Sí, obvio. 

—No es solamente humor lo que hacés. En los libros hay una forma de pensamiento y muchas predicciones.

—Lo que pasa es que las cosas se repiten y yo las miro, las observo y las utilizo como materia prima para lo que hago, no mucho más. Voy a la mesa dulce de observaciones posibles y me llevo la que me sirve. Si hago una charla o hago Peter Capusotto, no todo el mundo se va a acordar de los mismos personajes. Con Diego siempre quisimos hacer muchos personajes y parte de lo que nos alentaba a seguir era seguir mirando y encontrando más. Al punto tal que a veces sentíamos cierta repetición. Pero uno se va a quedar con Luis Almirante Brown, otro con Violencia Rivas, y otro con Micky Vainilla.

—En el libro del peronismo te valés justamente, de la repetición de los acontecimientos para hacer humor.

—Es que muchas cosas se repiten, por eso existen los disyuntores y las guardias de traumatología. La gente se sigue electrocutando y quebrando. El humor y la observación a veces, necesitan que las cosas se repitan. No es increíble que lo que Tato (Bores) decía siga teniendo vigencia... Lo interesante es cuando el que lee siente alguna forma de identificación y cuando lo lee, siente que alguien le completa el pensamiento. Nadie descubre nada. El que lee ya sabía lo que está leyendo y necesitaba que alguien se lo completara. Eso en cuanto a la identificación.

—¿Y qué más hay? 

—La otra parte del humor que tiene que ver con poner en un plano absurdo eso que vivimos todos, pero que a veces pensamos que vivimos nosotros solos. En ese plano, se rompe la lógica y por eso provoca la risa. La idea ahí es presentar algo que no es habitual. Me encanta ver esos videos de bandas en los que, en lugar de la música, se escuchan todos los demás sonidos omitidos en el videoclip. Es un montaje sonoro divertido porque no tiene lógica: a nadie se le ocurriría hacer un video así. Y ahí aparece otra parte fundamental del humor: te podés sentir un idiota. Por eso nadie dice que se ríe como una persona inteligente. No decís: “me reí como Beatriz Sarlo”. 

—¿Hay humor cuando las cosas están bien?

—No lo sé. Nos podemos reír de errores; no nos reímos de que el café está bien. Pero el humor se tiene que basar en lo que no funciona. La belleza y la eficiencia no se llevan con el humor. La risa aparece con algo que no es eficiente.

—¿Hacés un humor intelectual?

—Las reflexiones que hago son bastante profundas, pero tampoco tanto. Es una sociología de pizzería, no soy (Michel) Foucault. Pero en las conversaciones cotidianas muchas veces hay una inmensa densidad intelectual. En ese campo creo, que hay lugar para cierta intelectualidad. Pero de nuevo intervienen el deseo y la aptitud: capaz que yo quise ser sociólogo y no pude. Entonces hago lo que me sale.

—¿Por qué los temas que elegiste?

—Peter Capusotto surgió de un canal de rock. A su vez, descubrimos que el límite nos daba libertad. Al estar encuadrado ya sabíamos de qué podíamos hablar, entonces realmente las posibilidades eran muy amplias. Con el libro de fútbol: eran cuentos que aparecían en la revista Un Caño y se sumaron, El Peronismo que sale de un programa de radio que iba a hacer con Daniel Gentile y Nacho Iraola (exeditor de una editorial importante) me dijo que había un libro, pero que con los cuentos que referían más específicamente al conurbano tenía que armar otro libro. 

—Fueron temas contingentes. 

—Sí. Y el encuadre es una guía, no es un libro de cuentos: hablo de un tema y eso te obliga a sistematizar de alguna manera las observaciones. Por eso se llama Una historia y no “la historia”, puedo ser enciclopédico. Y creo que sería un error tratar de abarcarlo todo. Los libros arrancan mostrando sus falencias. Es más, en el del capitalismo hay una lista enorme de temas que no se tocaron. Por la derrota, el del peronismo no se si va a generar entusiasmo, pero fue escrito durante la derrota.

—O quizá sí lo genera en estos tiempos donde no se entiende bien hacia dónde se moverá el peronismo.

—Sí, quizá tendrá más sentido leerlo ahora que en tiempos en los que el peronismo gana elecciones, porque además es un libro que habla desde y sobre la derrota. Es un libro disyuntor: cada vez que pierde el peronismo, aparece el poema de Alejandro Robino “Instrucciones para capear el mal tiempo”.

—Hasta la falsa atribución a Paco Urondo se repite.

—Sí, todas las cosas van a volver a pasar.

—¿La revolución se volvió de derecha?

—¿Por qué la transgresión tiene que ser de izquierda? Es el error de creer que las cosas tienen un sentido. La transgresión responde a acción y reacción. Después de años de progresismos, era imaginable que sucediera una reacción. 

—¿Y el rock?

—El rock nació con una empresa disquera. ¿Qué es el rock? ¿Qué es el capitalismo? ¿Una remera del Che es el triunfo del capitalismo o del comunismo? No se si está tan resuelta esa pregunta. Como tampoco lo está la de si el rock es de por sí transgresión, porque también es evasión. Con Diego (Capusotto) siempre decimos que la cultura rock es más chica que el rock. Porque en la cultura le buscamos más pureza, transgresión, ideología... Pero nadie puede negar que Jon Bon Jovi es rock.