PROTAGONISTAS
una nueva etapa

El primer año de Ignacio con su identidad recuperada

El 5 de agosto festejó el primer aniversario como Montoya Carlotto y ese mismo día, también celebró en el Monumental la consagración de su equipo, River.

Debut Social. El 8 de agosto de 2014 con Carlotto a su lado; tres días antes se había enterado quién era.
| Cedoc Perfil

Pasó un año del llamado, que llegó bajo una característica desconocida y con una noticia que cambiaría su vida. Ignacio se apartó del instrumento que tocaba en ese momento: estaba solo en su casa cuando atendió una voz emocionada que le decía que era el nieto recuperado número 114, y que su abuela era Estela de Carlotto. Dieciocho días antes, Ignacio Montoya Carlotto –dejaría atrás el  apellido Urban– se había hecho exámenes de sangre, que luego dieron resultado positivo: es decir, confirmaron que había sido adoptado.

Ignacio cortó aquella corta, pero vibrante conversación, y ese 5 de agosto de 2014 hizo  tres cosas de inmediato: llamar a su mujer (quien entró en shock); a un grupo de amigos, con quien compartió las primeras lágrimas y entrar a Google para ver con sus propios ojos la noticia de que el nieto recuperado 114 había aparecido y era el de Estela.

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Un año después, Ignacio lleva ese número con orgullo en la camiseta de River con la que la institución lo reconoció, y la misma casaca que se puso el miércoles para festejar el campeonato de la Copa Libertadores que su equipo ganó –casualidades del destino– el mismo día que se cumplía un año de su recuperación.

“¡Fue hace un año, pero parece como si fueran hace veinte o más! Han pasado tantas cosas, todas de ellas fuertes y dentro de un proceso de maduración increíble”, le dice Ignacio a PERFIL. Aún hoy le cuesta encontrar las palabras para explicar todo esto. “La mejor manera de definirlo es decir que es tan extraordinaria la situación que es indefinible”, dice con un trabalenguas que parece superarlo.  

Por eso, este 5 de agosto, él pensó sus palabras, escribió una carta y en el cierre habló de eso, del tiempo, de este largo año, y de haberse encontrado con una frase que había escrito hace algunos años: “Las mejores cosas de la vida no son cosas”. Ignacio hace memoria ahora, y recuerda: “Lo escribí en Twitter a propósito de la aparición del nieto 106, y ahora en mi pensamiento aparece implícito. A lo largo de la vida las cosas humanas están muy por encima de todo lo que pensamos, de lo material y de lo profesional”.
¿Cómo se hace para empezar a vivir con una nueva identidad?
—Antes de que todo esto sucediera, cuando comencé con la búsqueda el 2 de junio del año pasado y sabía que era adoptado, empecé un proceso terapéutico que se extiende hasta el presente.
—¿La música es parte de esa terapia?
—Sí, por supuesto. Es un camino hacia dónde ir, un Norte. La experiencia artística me ha nutrido y esa transformación me preparó para que todo este nuevo devenir que vino con tanta fuerza no sea destructivo y lo pueda convertir en algo positivo.
¿Qué recordás de aquel “primer” recital con tu identidad recuperada?
—Fue en el Centro Cultural donde era la ESMA. Estaba nervioso, hacía mucho que no tocaba. Tenía miedo de cómo me iba a sentir, que no pudiera conectarme y encontrarme. Temía que algo hubiera cambiado y que ya no fuera yo el que iba a tocar. Entonces, subí al escenario y toqué el piano sólo para distenderme. Sentí todo lo que había sentido las mejores veces que me puse a actuar. Volví a ser yo en el sentido más puro de la palabra.  
—¿Cómo fue el primerencuentro con la Presidenta?
—Nos invitó al otro día de la conferencia de prensa, el 9 de agosto.  Yo estaba en la casa de mi tía, conociendo a mis primos, llamaron y nos fuimos para Olivos. La saludé, me abrazó y se largó a llorar, se emocionó mucho, y sentí que fue algo genuino.
—¿Alguna vez imaginaste que podías estar frente al papa Francisco?
—No. Yo tenía muchas dudas sobre ese viaje porque si bien lo respeto, estoy hace mucho alejado de la fe católica. La abuela me explicó qué parte de ese viaje era para solicitar a Francisco que abra los archivos de la Iglesia durante la dictadura. Estuvimos una hora charlando y fue grandioso.
¿Qué vislumbrás para este nuevo año?
—No lo sé, me quiero dejar sorprender. Yo tenía otros planes (risas) antes de que esto sucediera. Deseo seguir tocando y haciendo toda la música que pueda, y poder encontrar todos los puntos de contacto de humanidad de la gente que está alrededor mío y de la mejor manera posible. Creo que con eso no se le puede pedir nada más a la vida.