La detención de uno de los líderes de la narcobanda Los Monos puso al descubierto una problemática hasta entonces impensada: que los penales santafesinos “no están preparados” para alojar a presos de “alto perfil”. Desde el Servicio Penitenciario de Santa Fe (SP) destacan que no cuentan con un lugar específico para alojarlos y que optaron, “como mal menor”, por ubicarlos en celdas vulgarmente conocidas como “de castigo”.
El desbaratamiento de la banda Los Monos (liderada por el clan Cantero), la detención de Luis Bassi (quien para la Justicia le disputaba el negocio narco a Los Monos y por lo que se generó, a partir de 2012, un sinfín de crímenes por venganza de ambos bandos) y la detención de Ramón “Monchi Cantero” Machuca (efectuada el 7 de junio último, luego de permanecer prófugo por tres años) generaron un cambio en el perfil de los internos que alberga el Servicio Penitenciario. Son presos conocidos mediáticamente y con una aparente solvencia financiera, producto del negocio ilegal de la droga.
“Es una categoría de presos a la cual el Servicio no estaba acostumbrado”, destacó el secretario de Asuntos Penitenciarios, Pablo Cococcioni. Como organismo, habían dispuesto un pabellón de la cárcel de Piñero que se terminó disolviendo (porque, según explicó, se encontraron con resoluciones judiciales que ordenaban trasladar a esos presos a otros pabellones) y por eso optaron por alojarlos en celdas de aislamiento.
Esta situación se expuso hace dos semanas en una audiencia donde se resolvió un hábeas corpus a favor de Monchi. Allí el detenido pedía abandonar la celda de aislamiento y ser trasladado a un pabellón común. “Aceptamos que el régimen de aislamiento es discutible desde muchos puntos de vista”, dijo Cococcioni pero aclaró que, “a falta de un lugar especializado, que se ha obstaculizado judicialmente, se trasladó a celdas individuales a la totalidad de los internos tomados como de alto perfil”. Y para explicar el uso de estas celdas, dijo: “No nos ensañamos (con esta clase de detenidos) sino que buscamos evitar eventos de fuga o hechos de violencia. Dentro de muchos males, elegimos el mal menor”.
En enero pasado, desde el SP se pidió que Guille Cantero, otro de los líderes de Los Monos, y Emanuel Chamorro, también miembro de esa banda, fueran trasladados a cárceles federales tras el peligro de fuga de estos internos. Es que los penitenciarios habían denunciado que había drones sobrevolando el penal de Piñero y merodeaban personas armadas. Finalmente, fueron enviados a dos cárceles federales del sur del país.
Temores. En contrapartida a la posición del SP santafesino, desde la Coordinadora de Trabajo Carcelario aseguran que los penales son aptos para albergar a este tipo de internos pero alertan que la connivencia y la corrupción es el mayor temor.
“Las cárceles están preparadas para contener a este tipo de presos. A nuestro entender, lo planteado por el Servicio es una cuestión más mediática y creo que existe cierto miedo de alojarlos en un sector que puedan terminar manejando. Es decir, el verdadero temor es la corrupción porque no es posible escaparse de un penal si no te facilitan desde adentro la salida. Y si un preso sigue operando desde adentro, es porque se aplica la misma lógica”, explica a PERFIL Lilian Echegoy, miembro de la organización social que defiende los derechos de las personas detenidas. “En Santa Fe son numerosos los casos de miembros de las fuerzas de seguridad implicados en el negocio del narcotráfico. La cárcel es un escenario más dramático, pero allí se reproduce todo lo que pasa en la sociedad”.
Sin ir más lejos, en la causa de Los Monos fueron detenidos, acusados de ser miembros, ocho policías. Mientras que en la Unidad 2 de Las Flores permanece detenido el ex jefe de Policía de Santa Fe Hugo Tognoli, quien fue condenado por encubrimiento al narcotráfico e inclumplimiento de sus deberes como funcionario público.
Penales superpoblados
El Servicio Penitenciario de Santa Fe tiene bajo su órbita a casi 4 mil presos, que están alojados en once penales. Pero la mayoría de estas cárceles se encuentran superadas en su capacidad máxima permitida para alojar a personas privadas de su libertad.
La Unidad 1 de Coronda tiene 1.176 internos, cuando la capacidad máxima es de 1.050. Lo mismo pasa en la Unidad 2 de Las Flores, donde hay 56 presos más de los permitidos. La población carcelaria actual es de 3.923 internos y las plazas disponibles por la capacidad de las distintas unidades no debería superar las 3.641. Los penales cuentan con pabellones comunitarios y sectores con celdas de aislamiento. Estas últimas son conocidas como “buzones” o “de castigo”. No superan los cuatro metros cuadrados de superficie, cuentan con inodoro y colchón. Los internos que se encuentran allí permanecen la mayor parte del día encerrados, no pueden salir al patio y no tienen contacto con otros detenidos.