Sí, a él también le llega. Aunque cueste aceptarlo, los años pesan a todos. Incluso a aquellos que parecen haber hecho un pacto con el diablo –y de éste, se sospecha particularmente– a cambio de, al menos, un espíritu eternamente joven. Por eso, la noticia de que Nicholson –que tiene 76 años y hace poco lo apuró con un piropo la última bomba de Hollywood, Jennifer Lawrence– se retiraba de la actuación por algo tan normal y lógico como es la pérdida de la memoria dejó a todo el mundo impactado. La pregunta es qué queda para el resto de los mortales.
Porque Jack Nicholson es “el hombre” en muchos sentidos. Con o sin panza, con más o menos pelo, para las mujeres es el más seductor. Para cualquiera, probablemente, la persona con la que, de poder elegir, saldrían una noche a divertirse. Para los directores de cine más prestigiosos como Stanley Kubrick, el único actor capaz de hacer los papeles más difíciles. Para el jurado de la Academia, el merecedor de un Oscar al mejor actor tres veces. Y todas estas cosas que rodean y hacen al personaje que el protagonista de Atrapado sin salida cultivó por cinco décadas en el ojo público jamás supieron de fecha de vencimiento.
El portal Radaronline.com fue el que publicó el rumor de una fuente del mundillo de Hollywood que aseguraba que Nicholson no filmaba una película en poco más de tres años no porque no quisiera sino porque, lamentablemente, no podía recordar los guiones. Sin embargo, cuando ya los medios comenzaban a vincular su nombre con palabras como “jubilado”, “en retirada” o la temible “senil”, una amiga salió a apagar las alarmas. Maria Shriver, ex mujer de Arnold Schwarzenegger y periodista de la NBC, fue quien desmintió los dichos, señalando que la razón por la que no filmaba era porque no había llegado el papel y el film indicados. Irónicamente, Shriver es una gran activista contra el mal de Alzheimer.
Para saber la verdad, habrá que esperar, pero mientras, Jack sigue firme a lo que importa: sus queridos Lakers, a quienes va a ver como hizo siempre este fanático del básquet y las mujeres, que lo siguen acompañando en viajes en yate y salidas nocturnas por Sunset Boulevard. Como él mismo dice o ironiza: “Con los anteojos de sol puestos, soy Jack Nicholson. Sin ellos, soy un viejo gordo”.