Hace tres años cruzó el Atlántico con el corazón destrozado al cancelar la boda con un abogado luego de rumores de infidelidad. Pero ayer la princesa Magdalena de Suecia, cuarta en la línea de sucesión al trono, recobró la alegría al casarse con su nuevo amor: el millonario banquero estadounidense Chris O’Neill.
La ceremonia religiosa se realizó en la Capilla Real de Estocolmo. En su idioma natal ella y en inglés él, intercambiaron los votos matrimoniales. Así y acompañados por los representantes de la monarquía europea, se convirtieron en marido y mujer. Quienes no acudieron, al parecer por razones de agenda, fueron los reyes y príncipes de España, ni los de Inglaterra, ni Máxima y Guillermo de Holanda. Las miradas se concentraron, sin embargo, en Charlene de Mónaco, espléndida pero sola porque el príncipe Alberto no fue. Afuera de la capilla, una multitud de casi 200 mil personas, se reunió ante el palacio real y estalló en una ovación cuando los recién casados se besaron tres veces, poco antes de partir hacia el castillo de Drottningholm, donde se realizó la fiesta. Parte del trayecto se hizo en un carruaje antiguo abierto que dejó que la novia luciera su vestido confeccionado por el diseñador italiano Valentino de cuatro metros de cola y cinco de velo. Entre los seiscientos invitados presentes estuvieron el director general de la cadena de tiendas de ropa H&M, Karl-Johan Persson –la más famosa de Suecia, incluso fuera del país–, la cantante sueca Marie Fredriksson, del dúo Roxette, y Karl Lagerfeld. Tras la boda, la pareja regresará a Nueva York donde seguirán trabajando. Ella en World Childhood Foundation, O’Neill en el mundo de las finanzas, motivo por el cual él renunció al título de príncipe que le correspondía.