Hoy por la tarde, Emanuel Ginóbili comenzará el primero de los que podrían ser sus últimos partidos como profesional en la NBA. El argentino de 40 años tuvo una gran temporada en la liga más competitiva del mundo y demostró su vigencia como deportista de elite. Sin embargo, la edad, los largos viajes y la familia hacen que el básquet deje de ser la prioridad.
A modo de despedida, cientos de argentinos han viajado a San Antonio para verlo en acción antes de su retiro. Uno de ellos es su propio hermano, Leandro Ginóbili, quien regresó de Estados Unidos la semana pasada y habló con PERFIL sobre la experiencia. “La cantidad de argentinos que vi en la ciudad y el estadio es increíble. Por momentos había más que en Callao y Santa Fe”, bromea al ser consultado por la fiebre que genera Manu.
—¿Cómo se vive en el “manufanatismo” en el estadio de los Spurs?
—La gente arrasa en la tienda y compra cualquier cosa que tenga el número 20. Es imposible conseguir algo de él por todo el furor que se vive, es una locura. La gente enloquece cada vez que lo poncha la cámara, por más que esté en el banco sin hacer nada. Para los argentinos, la ciudad se volvió un foco turístico gracias a Manu y los Spurs.
—¿Y vos qué sentiste?
—Estoy con mucha alegría, pero también con algo de melancolía porque el final se acerca inevitablemente. También fue muy divertido porque llegar a Manu es bastante difícil; no es accesible para todos los que van a la cancha. Por eso el otro día, cuando me reconocieron, se sacaban fotos conmigo como para justificar el viaje aunque sea. Fue muy gracioso y estuvo bueno porque la gente te hace sentir el amor que tiene por él. Es una gran emoción porque te quieren dar remeras para que las firme y los ves al borde de las lágrimas.
La leyenda. Cuatro campeonatos de NBA, una medalla de oro y otra de bronce en Juegos Olímpicos consecutivos lo convirtieron en una leyenda del deporte argentino. Y no solo a él, sino también a Bahía Blanca, su ciudad natal. “Si bien Bahía es conocida por ser la Capital Nacional del Básquet, Manu la puso en el mundo a otra escala. Acá viene gente todo el tiempo a visitar la ciudad para ver de dónde salió Manu. El otro día me encontré con una pareja de Wisconsin que estaba recorriendo el club; querían conocer dónde jugó. Imaginate que para el norteamericano medio ya decir “Argentina” es medio exótico, y que conozcan Bahía es una locura, y es por él”, señala el mayor de los hermanos Ginóbili.
De todas formas, aclara que para ellos ya es normal que el jugador de los Spurs genere locuras. “En Bahía Blanca lo que pasa es que Manu fue tanto tiempo algo fuera de lo común que se volvió común. Al principio, cuando ganaba campeonatos la gente lo vivía mucho más; ahora ya es normal que haga las cosas que hace. Igual, seguís cruzándote con gente y el tema de conversación siempre es ese: te preguntan cómo está, cómo es posible que siga haciendo lo que hace a los 40 años y cosas por el estilo”.
—¿Estos partidos de Manu se van a vivir como un mundial de fútbol?
—Conozco muchos grupos de amigos acá en Bahía que se juntan en el quincho del club o en alguna casa para ver los partidos. Estos playoffs serán difíciles porque juegan contra Golden State (actual campeón), pero seguro la gente va a estar alentando desde sus casas.
—¿Que esté vigente a los 40 años es algo genético?
—Te aseguro que de genética nada. Ni yo ni el Sepo (su otro hermano) tenemos su capacidad. La verdad es que es un premio por todo el esfuerzo, las ganas, la mentalidad y el deseo de mantenerse competitivo que él tiene. Es un mérito de él.
¿Esta es realmente la última temporada de Manu como profesional? “Con él nunca se sabe. Iba a ser en 2017, pero continuó. Desde hace 15 años viajo año por medio a verlo, y le digo que deje porque no me da el bolsillo”, dice entre risas. “La decisión del retiro será de él, y no creo que la tenga todavía. Verá él con su familia la decisión a tomar”.