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geraldine la Rosa

La esposa de Marcelo Gallardo tiene equipo propio en los negocios

Ya tenía una línea de cremas y ahora lanzó en Punta del Este su marca de ropa; dejó el modelaje por la carrera del “Muñeco” y en 2008 retomó proyectos.

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Junto al mar. En las playas esteñas, Geraldine La Rosa contó sus proyectos de negocios y dijo que lucha contra eso de ser solo ‘la mujer de...’. | Juan Obregon

Desde Punta del Este

Cuando a fines de 2015 Marcelo Gallardo había ganado todo lo que podía ganar, la gente que le maneja la marca a Geraldine La Rosa, su mujer, le sugirió que era buena idea que su nueva línea de cremas llevara el nombre de alguien exitoso… alguien como Marcelo Gallardo. “Me quería matar, me costó mucho convencerlo, pero finalmente accedió”, cuenta entre risas Geraldine desde su showroom en Punta del Este, el lugar donde originalmente vacaciona y donde, por primera vez, se presentó como diseñadora luego de un raid que comenzó en 2008 en Washington, cuando decidió que ya había pasado el tiempo suficiente en el acompañamiento a su marido en sus quehaceres futbolísticos. “Marcelo estaba en el DC United, lo había acompañado en Europa y decidí que era el momento de seguir con mi carrera como modelo, la que había dejado de lado para formar una familia. Entonces arme Geraldmoon, mi propia marca. Me fue rebien. Luego me fui a Nueva York y después a Miami”, rememora.


A Gallardo lo conoce desde los 14 años, cuando ambos eran chicos y vivían en Merlo. Desde ese momento comenzaron a noviar y hoy llevan 20 años de casados. Ella lo vio jugar en inferiores, en reserva y en su debut a los 16 años en la primera de River; sabe de abandonar todo por su hombre, en post de formar una familia. “Era modelar o seguirlo a él”, dice. Sabe, también, como es esta cuestión de estar sola, vistiendo a pulmón a 50 modelos detrás de la pasarela, mientras su marido está lejos en ese mundo que es el fútbol. Por eso, la semana pasada, cuando presentó su ropa aquí en Punta del Este, tuvo una gratificación muy especial, la de ver por primera vez a “sus cuatro hombres” –así los grafica–, ahí abajo, en primera fila, aplaudiendo a esta madre y esposa que puede hacer lo que más le gustas. “Nunca habían estado Nahuel (19), Matías (14) y Santino (11) junto a Marcelo, decían: ¡sos la más linda, má!”, recuerda Geraldine emocionada.

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Beatriz es su madre y simpatiza por Boca pero, dice, es la suegra y abuela perfecta. La nombra porque sin ella no hubiera podido hacer muchas cosas que hizo. “Se lleva rebien con Marcelo y además es la que si le digo que me tengo que ir al Congo Belga una semana con Marcelo, ella se queda con los chicos sin problemas. Desde que nacieron, eh.”, cuenta.    

¿Qué propone Geraldmood? La diseñadora dice que algo que las mujeres puedan ponerse y sentirse cómodas. “Que encuentren no un vestido, sino algo con lo que estén tranquilas, contentas”, dice esta mujer que se crió, confiesa, “en una cuna de oro”.  Sus abuelos le regalaban de todo “porque yo era como una reina para ellos”, dice. Y sigue: “Me dieron mucho amor además claro, pero bueno, de ahí esta cosa del glamour desde chica”.


La belleza de Geraldine se robó varias miradas masculinas durante la producción de fotos de esta nota. ¿Es celoso Marcelo? “Si uno no cela un poco, no hay amor”, señaló firme. Y agregó: “Somo celosos normales, ambos tenemos mucha confianza en el otro. Pero al margen, yo estoy siempre o en el showroom o con mis hijos en casa (risas). Marcelo es un gran padre, desde siempre fue de llegar y estar con sus hijos. Los criamos de la forma que realmente quisimos”.

Hay en Geraldine, una cosa de libertad y personalidad. Se evidencia en su forma firme de hablar y también en los siete tatuajes que lleva en su cuerpo, entre ellos un delfín y una mariposa. “El delfín significa eso, ser uno, ser libre. Vos podés estar casada o de novia, pero tenés tu vida y eso tenés que conservarlo”, esgrime. Por eso cuando la llaman “la mujer de”, o “la esposa de”, es algo que no le gusta nada. “Yo lucho mucho contra eso. Espero que el título de esta nota no vaya por ese lado”, dispara con una carcajada.


Así es Geraldine una mujer independiente que, según cuenta, pudo haber seguido con su vida de jefa de hogar, algo que, confiesa, tal vez por la personalidad de su marido, a él le hubiera gustado más. “Marcelo es así, pero cuando vio que yo volvía a hacer lo que me gusta, se puso contento y me apoyó ”, agrega. En su decisión de ser diseñadora, está la tranquilidad de haber elegido algo ella quiso. Dice: “Yo no reniego de haber dejado mi carrera de modelo. Yo seguí a Marcelo, formamos una familia. Me hago cargo y estoy contenta por todo lo que aprendí y la gente que conocí con él”.  

Ahora dos de sus hijos ya se perfilan para futbolistas y ella banca esa decisión. “Que sean lo que desean”, sueña. Nahuel, el más grande, juega en la tercera de River y Matías, está dando sus primeros pasos en las divisiones inferiores. “Me impresiona el caso de Matías, tiene la misma edad que su padre cuando empezó. Tenés que verlo, no solo corre igual, sino cómo se para  en la cancha. Y Marcelo no lo hizo tocar una pelota, eh”, cuenta esta mujer que se considera híper futbolera. “Yo jugaba de chica. A Marcelo lo vi toda la vida como jugador, ya como técnico no sé porque sigo yendo (risas). Bueno, en parte lo hago ahora por mis hijos que van a verlo”, reflexiona. Sobre las críticas, dice que no le afectan, salvo las muy personales. “Hace dos años que nos están separando, no sé porque pierden tanto el tiempo. Yo siempre digo que desde chicos nos tuvieron no sé si algo de envidia o qué, tal vez por ser Marcelo tan buen marido, un gran padre, alguien que ganó todo”, finalizó. n