De a poco, el jugador número uno del mundo va cediendo y parece comprender que no hay paredes altas ni muros que permitan proteger la privacidad como hasta hace no muchos años.
Felices con la paternidad, tanto Messi como su mujer, fueron habilitando a millones de seguidores de las redes sociales imágenes familiares y de la cotidaneidad. Incluso Antonella Roccuzzo ha fotografiado y puesto en su cuenta de Instagram, una imagen del jugador profundamente dormido con Thiago a su lado. Igual red usaron para confirmar hace dos semanas el embarazo del Messi por venir.
Y ayer ambos como familia propiamente dicha, y además como integrantes de ese otro gran grupo humano que representan todos los del FC Barcelona, coparon el campo del juego del Camp Nou.
Al terminar el partido y con la obtención de un nuevo título para el club, todos los jugadores invitaron a sus esposas, novias e hijos, a compartir con ellos la coronación en la Liga Española. A su turno incluso, cada uno tuvo la copa a su disposición para que, bajo una lluvia de papeles azulgrana, se pudieran fotografiar con sus respectivos afectos.
Messi lo hizo con Antonella y Thiago, Mascherano con los suyos y fue uno de los primeros en escribir en su famosa cuenta de Twitter: “Gracias por darme fuerza día tras día y nunca dejarme caer. Las Amo!!!!”. También estuvieron Gerard Piqué con Milan y Sasha, de casi cuatro meses, el uruguayo Luis Suárez con su esposa y sus hijos Benjamín y Delfina... Y así el resto de los 22 jugadores.
Dos fiestas. Ayer por la tarde en el estadio barcelonés, las tribunas fueron un espectáculo adicional. Todo era rojo y azul, sólo se permitió la aparición de otro color y fue cuando desplegaron –literalmente–una gigantesca bandera blanca con la imagen impresa de Xavi Hernández, el jugador del Barça que esa tarde jugó su último partido en el club catalán. “Es momento de irse, no me siento tan titular y es ideal hacerlo ahora”, había expresado el jueves último en una rueda de prensa donde confirmó así su salida para ser contratado por el Al Sadd de Qatar.
Esta frase que, de este lado del Atlántico, podría usarse para iniciar una disputa en un equipo victorioso, en el Barcelona fue leída y comprendida de otra forma. Y si alguna duda quedaba, la efusividad y la emoción de sus compañeros y de la hinchada al inicio y al término del partido, puso fin a cualquier comentario malintencionado. Así, por un lado Xavi tuvo su despedida triunfal. Por otro, aunque hubo empate con La Coruña, Messi pudo gritar con pasión los dos goles que convirtió.