Su papá, Jorge, era presidente del Policlínico de Lomas de Zamora; su mamá, Mabel, ama de casa. Proveniente de una familia de clase media acomodada de zona sur, Temperley, terminó el colegio en el Barker College y tuvo que seguir el designio familiar.
Y al igual que su hermana –que hoy es cardióloga–, estudió Medicina. Sin embargo, la vocación fue más fuerte y dos años después Jorge Ibáñez se inscribió en Diseño de Indumentaria en la universidad pública.
El camino de ascenso no fue meteórico pero finalmente se convirtió en uno de los diseñadores más famosos de la Argentina y en uno de los más solicitados a la hora de opinar sobre moda en la televisión por su estilo desenfadado y a su vez respetuoso.
“Era un estudiante tímido, pero interesado. Se notaba que iba a tener futuro”, contó a PERFIL Hernán Fragnier, diseñador y presidente de la Cámara Argentina de la Moda, quien recuerda a un Ibáñez joven y lleno de sueños.
}Tiempo después, a sus 26 años, tras estudiar con Roberto Piazza, Jorge se animó a tener su propio atelier en Recoleta. Y de hacerles los vestidos a su mamá y a su abuela en su casa de Temperley, pasó a vestir a las grandes figuras.
Su lema era: “Para vestir a una diva siempre hay que ser más divo que ella”. Y así fue. Siempre impecable, se transformó en uno de los elegidos.
“Jorge aportó confianza en la moda argentina. Logró que gente como Susana Giménez dejara de vestirse sólo con marcas de afuera y luciera sus diseños nacionales”, explicó Benito Fernández a PERFIL.
Por su parte, fue Susana quien también se sumó al recuerdo: “Jorge siempre me dijo que de chico veía mi programa por la ropa y que yo era un referente para él. Era un maestro. Agradezco al cielo que me pude vestir con él en el último Martín Fierro. Era tan divino, tan gracioso. Nunca lo escuché hablar mal de nadie y por eso todos lo amaban. Tuvo la muerte de los elegidos: joven, lindo, en su mejor momento. Trabajaba muchísimo, y siempre con ganas y alegría de vivir”.
Nacha Guevara, Graciela Alfano, Moria Casán, Catherine Fulop... todas quisieron tener un vestido de él. Y todas eran tratadas de modo especial.
“Atiendo a todas mis clientas por igual y personalmente”, solía decir cuando se le consultaba si tenía favorita. No obstante, la primera clienta fue Mirtha.
“Fue mi descubrimiento. Una vez, hace muchos años, me mandó unos bocetos, y yo pensé: ‘Este chico tiene talento’. Tenía algo que lo distinguía de los demás. Era muy jovencito. Ahora, ya no había una semana que no me vistiera. Conocía mi cuerpo, mi estilo, mi gusto, no había nada que él hiciera que no me favoreciera”, recordó Mirtha, quien analiza posponer su regreso a la tevé, previsto para esta noche por El Trece.