“Nunca dejó de buscar la felicidad, ni de darla”, dijo Victor, uno de los cinco nietos de Jean Paul Belmondo. “Es un sol eterno; donde esté, estoy seguro de que estará sonriendo. Como siempre. Gracias abuelo por habernos dado tu alegría y habernos compartido tu optimismo. (…) Espero te estés divirtiendo ahora junto a esos amigos que tanto extrañabas”. Si bien el actor, de 88 años, murió el lunes 6 de septiembre, los funerales se dividieron en dos. El presidente francés, Emmanuel Macron, al enterarse de su muerte, declaró al actor “tesoro nacional” y el jueves recibió una despedida de Estado con todos los honores que conlleva a una figura que, por su quehacer y su trascendencia, representaba el espíritu de Francia. Fue allí donde hubo funcionarios de la gestión actual y otros, como el ex ministro de cultura Jack Lang, y el ex presidente François Hollande, y personajes de la cultura y la industria cinematográfica francesa. Y fue allí donde Victor Belmondo habló en nombre de toda la familia del actor para despedir a su abuelo.
Su “gemelo”. Finalmente ayer, la familia de Belmondo organizó el otro funeral en la iglesia Saint Germain des Prés, en el Barrio Latino. Dada la popularidad del actor, también los alrededores de ese templo se llenaron de seguidores que quisieron acompañar esa despedida final. Allí volvieron a acompañar a los deudos algunos de los mismos que estuvieron en el funeral del Estado, como las actrices Marion Cotillard y la argentina Berenice Bejo. Y Alain Delon, quizás el personaje más esperado –al menos por la prensa– por la declaración que dio a la cadena de noticias francesa CNews al minuto de conocer la muerte de Belmondo. “Estoy completamente devastado. Voy a intentar aguantar para no hacer lo mismo en cinco horas. No estaría mal que nos fuéramos los dos juntos. Es una parte de mi vida, empezamos juntos hace sesenta años,” dijo Delon, otro de los íconos cinematográficos de Francia. “Belmondo sensibilizó al mundo con una fuerza cómica excepcional y un físico insustituible”. Ambos fueron contemporáneos pero Delon cita el inicio de una amistad cuando ambos rodaron Borsalino, en 1970. “Entre nosotros, empezó una amistad que nunca menguó”, escribió Belmondo en su biografía. Así ponía blanco sobre negro el mito de la rivalidad entre ambos galanes franceses. Delon también habló de eso hace dos décadas: “No hubo ningún tipo de enemistad entre nosotros. Tuvimos dos caminos paralelos y complementarios, lo cual fue muy beneficioso: sin esta bifurcación laboral, nuestras carreras no hubieran sido tan exitosas”. Como describieron en una de las reseñas sobre su muerte, Belmondo –o Bebel, como lo llamaban–“tenía la ventaja de una simpatía innata, una bonita nariz aplastada de boxeador fallido, una predisposición natural a la sorpresa, mientras que su ‘gemelo’ –es decir Alain Delon– juega la carta de la belleza oscura, de un hombre devorado por dilemas internos”.
En cine y teatro. Jean Paul Belmondo es de los actores que trabajaron con casi todos los directores de cine de su tiempo. Jean-Luc Godard, Alain Resnais, Lino Ventura, Claude Lelouch, Claude Sautet, François Truffaut, Philippe de Broca, Jean-Pierre Melville, Jacques Deray, Vittorio De Sica o Claude Chabrol, por mencionar algunos. Y su nombre está en unas ochenta películas. De hecho, protagonizó una de las dos que marcaron el inicio de la nouvelle vague: Sin aliento, de Godard; la otra fue Los 400 golpes. El último film que protagonizó Belmondo fue Un homme et son chien (Un hombre y su perro), de Francis
Huster, en 2009. El teatro también fue su territorio; de hecho, allí comenzó su carrera como actor y también, después de trabajar años en el cine, regresó a las tablas e incluso compró su propio teatro. En 2001 tuvo un accidente cerebrovascular y, por decisión propia, salió de la escena pública por unos ocho años. Igualmente, en ese período de retiro fue padre de Stella, su hija menor, que tuvo con su tercera esposa, Natty Tardivel, en 2003.