En los años noventa, Margaret “Big Mags” Haney se convirtió en una figura mediática en la ciudad de Stirling. Era una abuela carismática, de discurso popular y mirada desafiante, que encabezaba protestas contra la reubicación de pedófilos en el barrio de Raploch. Muchos vecinos la consideraban una defensora auténtica frente a un Estado que no los escuchaba.
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Haney alcanzó notoriedad nacional cuando apareció en programas de la BBC como Kilroy. En 1998 lideró una gran protesta contra el traslado de un abusador infantil a su zona. Megáfono en mano, arengaba a los vecinos desde un micrófono de karaoke infantil. Su nieta Cassie recordaría años después que a su abuela le encantaba la atención y disfrutaba estar en el centro de todo.

La doble vida de Margaret “Big Mags” Haney
Mientras la prensa la mostraba como símbolo de justicia ciudadana, Haney mantenía una doble vida. Las investigaciones judiciales demostraron que dirigía una red de venta de heroína que operaba desde viviendas municipales. La policía calculó ingresos de hasta mil libras por día, mientras ella seguía cobrando subsidios públicos. Su figura se convirtió en el reflejo de un contraste brutal entre discurso moral y delito organizado.
El negocio no era individual. Su hija Diane, su sobrina Roseann y su hijo Hugh integraban la estructura familiar. Todos fueron condenados en el mismo juicio de 2003. Ella recibió doce años de prisión y los demás entre cinco y nueve. La prensa escocesa la bautizó como “la familia del infierno”. Lo que había sido admiración se transformó en rechazo generalizado dentro del barrio.
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En 1997, unas cuatrocientas personas marcharon frente a su edificio con cánticos que pedían expulsar a los Haney de Raploch. Fue el principio del fin del mito. Aquella noche los vecinos le dieron la espalda a quien antes habían seguido. Su poder mediático ya no podía ocultar la tensión que había sembrado.
Caroline Dunbar, una vecina del edificio, relató que su madre no podía dormir por los ruidos y golpes nocturnos que provenían del departamento de los Haney. Contó también que una vez le robaron el televisor de cumpleaños a través de la ventana. Las denuncias se multiplicaron y la policía comenzó a registrar el nombre de Mags en cada operativo del barrio.

El podcast de la BBC Crime Next Door recordó un episodio ocurrido en 1994. Una nieta de Haney, de apenas dieciséis años, incendió las cortinas del departamento de Caroline tras subir a un contenedor. La familia Dunbar se mudó esa misma semana y jamás volvió. “Teníamos demasiado miedo para regresar”, dijo Caroline al programa.
Un agente de la unidad de crimen serio de Stirling declaró que la investigación fue lenta porque se sospechaba que Haney colaboraba con la policía. “No conozco criminal exitoso que no haya informado a la policía en algún nivel”, aseguró el oficial. Esa relación ambigua con las fuerzas del orden le permitió operar durante años.
En 2001 la Serious Crime Squad detuvo a Haney tras meses de seguimiento e infiltraciones. En 2003 el Tribunal Superior de Edimburgo la condenó por tráfico de heroína. Su caída fue mediática y estruendosa. Las cámaras que antes la buscaban como heroína popular registraban ahora su llegada esposada al tribunal.
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Cuanto más crecía su fama, más se escudriñaba su vida privada. Los medios que antes la presentaban como ejemplo de justicia vecinal se volcaron al escándalo. La historia de una abuela que luchaba contra el abuso infantil se transformó en la tragedia de una mujer consumida por la ambición y el poder.
Haney cumplió la mayor parte de su condena en la prisión de mujeres de Cornton Vale, una de las más duras de Escocia. En 2009 obtuvo la libertad anticipada. Se mudó a Clackmannanshire y vivió alejada de los medios. Murió de cáncer en agosto de 2013 a los setenta años. Su muerte pasó casi inadvertida, en un silencio que contrastó con su pasado ruidoso.
En 2025 la BBC revivió su historia con el documental sonoro Crime Next Door The Ballad of Big Mags. En seis episodios, familiares, ex-agentes y vecinos reconstruyen su doble vida. El programa la presenta como una figura compleja, atrapada entre el activismo, la manipulación mediática y el crimen.