Hace no mucho tiempo el cuerpo técnico de un equipo se componía de pocas personas. Un DT, su asistente y un entrenador de arqueros podía ser todo lo que se necesitaba. La evolución de la alta competencia generó la necesidad de sumar kinesiólogos, neurofisiólogos, especialistas en datos y, también, psicólogos.
La fama, el dinero y las redes sociales pueden afectar a los futbolistas de elite y resulta indispensable que junto al DT haya un “profesional del diván”. En el Fútbol Club Barcelona, el encargado de entrenar la parte emocional de Messi, Suárez, Neymar y demás durante los últimos cuatro años fue el licenciado en psicología Joaquín Valdés, convocado por Luis Enrique. Antes Valdés había hecho lo mismo en la Roma de Italia y el Celta de Vigo
Por motivos de confidencialidad, él no puede realizar declaraciones sobre los jugadores. Sin embargo, PERFIL pudo comunicarse con su mano derecha, el psicólogo deportivo José Angel Caperán y opinó sobre Messi, Ronaldo, Maradona, las redes sociales y el Mundial.
—¿Cómo influye un psicólogo en el equipo?
—El deporte de competición se compone de cuatro pilares: técnico, táctico, físico y psicológico. La preparación del deportista de elite debe ser completa y no lo es si no se trabaja el aspecto mental de forma exhaustiva y especializada. Se trata de lograr que el deportista logre ser la mejor versión de sí mismo. En España, la mayoría de las inferiores de los equipos de primera división tienen un psicólogo deportivo que trabaja educándolos y entrenándolos en una personalidad madura y competitiva desde bien temprano.
—¿Cómo afecta el Mundial a los jugadores?
—Es la mejor vidriera. Una de la que puede resultar una ampliación de contrato, provocar el interés de los mejores clubes del mundo, captar la atención de patrocinadores, en definitiva, ganar gran proyección nacional e internacional. Que sea cada cuatro años le da todavía más valor, hay mucho tiempo para generar expectativas. Lo que más afecta es estar sometidos varias semanas a un foco diario, monotemático, sin posibilidad de aislarse o recuperarse en la privacidad de sus hogares entre cada partido. Muchas veces llegan a sentir ese ambiente como claustrofóbico que impide el rendimiento natural y cualquier emoción se acrecienta y afecta.
—¿Afectan las redes sociales en esto?
—Un jugador que decida responder debe hacerlo con profesionalismo, diplomacia, diferenciando claramente si merece la pena o no contestar. Pocos comentarios son merecedores de tener en cuenta; no compensa interactuar ante críticas destructivas.
—¿Los familiares deberían hacer lo mismo?
—Aquí hay una diferencia clara con Argentina. En España los familiares de los jugadores, normalmente, no entran a polemizar en redes sociales. Saben qué lugar les corresponde en la carrera del jugador y que un alto nivel de exposición pública puede llegar a destruir a la persona.
—Messi y Ronaldo pasan por halagos, pero también críticas...
—Las estrellas del fútbol son eso, solo futbolistas. Para el resto de los temas tienen que rodearse de un equipo en el que delegar todo lo que no sea fútbol. Los problemas judiciales suelen provocarles desazón, es algo que no controlan.
—¿Cómo se aconseja a un jugador como Messi?
—Messi tiene una carrera larga y los éxitos reforzaron su confianza y los fracasos, lo han fortalecido. Debe tener presente la diferenciación entre los aspectos negativos que no están bajo su control para no procesarlos emocionalmente, pues supondría un inútil desgaste psicológico.
—¿Es positivo comparar a Messi con Maradona?
—Se lo puede comparar con Ronaldo, no con jugadores que ya son mitos. Lio es un jugador de fútbol y Maradona sería un personaje que transciende el deporte, para bien y para mal. Compararlos es como comparar a Cristiano Ronaldo con Distéfano. No creo que ni Messi ni Ronaldo se comparen con jugadores que ya son leyendas y no van a volver.
‘Papás peluche’ en el deporte
Joaquín Valdés es el director de un sitio web donde publica informes relacionados a la psicología deportiva. Uno de ellos se titula “Los niños de los 70 y los 80 ¿eran más fuertes psicológicamente?” y allí se pregunta si los niños deportistas de hace 30 años eran más resistentes en cuanto a lo mental. “La respuesta es absolutamente sí porque sobre todo se maduraba antes”, explica. En cuanto a los motivos indica varios. “Hoy predominan los ‘papás peluche’ que confían que con el talento del niño, y la motivación de sus padres, se consiguen resultados, dejando de lado el sacrificio. La sobreprotección, ‘endulcorar’ la derrota y la escasa independencia son las principales causas que provocan la débil capacidad de sacrificio y competitividad de los niños deportistas actualmente”, señala.
“Las principales estrellas del deporte, cuando eran pequeños, tenían un objetivo propio, sin influencias de papás ni entrenadores. Hace 30 años a un niño deportista le preguntabas cuál era su objetivo en el deporte y siempre había una respuesta determinada: ser campeón, por ejemplo. Hoy la mayoría de los niños, víctimas de la sobreprotección e independientemente del talento que tengan, te dirán “no lo sé” o “mi padre dice que puedo…”, finaliza el psicólogo.