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Virginia, la hija guionista de Oscar Martínez

Probó la actuación y se ríe al decir que en eso “soy la gran frustración de mi padre”. Se dedicó a escribir y en breve se estrena La caída, una miniserie que irá por la TV Pública.

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Probó la actuación y se ríe al decir que en eso “soy la gran frustración de mi padre”. Se dedicó a escribir y en breve se estrena La caída, una miniserie que irá por la TV Pública. | Obregon

A punto de estrenar una serie para Canal 7, Virginia Martínez lleva ya bastante tiempo como guionista de teatro y televisión. Recientemente formó parte de proyectos como Edha y Supermax. La hija de Oscar Martínez cuenta que en la escritura encontró finalmente su vocación.

—¿Cómo llegaste a ser guionista?

—La verdad, empecé tarde; no es lo primero que hice. Mi formación académica es en artes visuales y también estudié algo de psicología, comunicación y antropología. Soy muy curiosa y me gusta aprender. Después de tener a mi hijo estuve casi un año sin trabajar para poder estar con él. En ese tiempo empecé a garabatear algo que tenía forma de obra de teatro y ese podría ser el momento fundacional en el guion.

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—Igual desde muy chica te relacionaste con el teatro.

—Sí, porque si bien él es el famoso, ella (Cristina Lastra) también fue actriz; hacían teatro y en ese universo me crié. De bebé dormía en los escenarios. También trabajé en teatro durante muchos años. Fui asistente de dirección, estudié escenografía; hice todo menos producción.

—¿Y en  la actuación?

— En eso soy la gran frustración de mi padre (risas). De muy chica fui a clases pero de adolescente abandoné, muy a su pesar. La verdad que no tengo el perfil de actriz. Sí asistí a directores y en ese sentido uno aprende pero lo mío con la actuación duró muy poco.

—¿Cómo te llevás con tu apellido?

— Lo bueno es que es muy común (risas). La verdad tuve una infancia normal. Mi viejo me traía con mucho esfuerzo zapatillas de regalo. Lo que fue la transición de su salto profesional no fue del todo feliz, porque cuando sos chico es difícil lidiar con eso. Me acuerdo de ir a comer afuera y que cada dos segundos se acercara alguien a decirle algo; siempre eran comentarios positivos pero nosotros estábamos comiendo en familia. Más allá de eso, estoy orgullosa de mi viejo, de mi vieja y de mis hermanas en las cosas que hacen. Lo que los demás opinen no me importa.

—¿La gente opina mucho?

—El otro día a raíz de Edha leía comentarios en Twitter y vi que alguien que no me conoce decía: “Su único mérito es ser la hija de Oscar Martínez”. Y cuando estaba escribiendo Edha, mi papá ni sabía de ese proyecto. Mi viejo no me consigue laburo a mí.  

—¿De qué se trata el proyecto que escribís junto a Mario Segade?

—La idea era armar historias y ver si resultaban viables. Así surgió La caída, serie de personajes y tramas interesantes pero no estamos corriendo atrás de ellas.

—Uno de los personajes tiene síndrome de Down. ¿Cómo desarrollaste esa historia?

—Pensamos que si iba a participar, tenía que ser una línea que tenga su identidad y autonomía. En ese sentido me entusiasma mucho trabajar con gente que no tiene toda la cara operada y que es hermosa; hacer una serie que tenga buenas historias y buenos actores.

—¿Creés que se hacen producciones como esta en Argentina?

—Tenemos potencial para hacer ese estilo de producciones y perdemos cuando por ahí pretendemos hacer otras cosas. Igual soy consciente de estar en una industria que tiene determinados requisitos. En general me proponen historias que no me interesan pero bueno, es laburo y resultan ser buenas experiencias.

—¿Es machista el mundo del guion y la televisión?

—Son medios hostiles. En la televisión está naturalizado que si hay una escena de sexo, a la chica le ves las tetas y el culo, y al varón, con suerte, el culo en segundo plano y desenfocado. Me parece que la “batalla” no tiene que ver solamente con la cantidad de mujeres que escribimos, sino también con lo que hay para contar. Si cinco mujeres escriben una serie de chicas que solo quieren conseguir novio y tener el culo parado, da lo mismo si lo hacen mujeres u hombres. En ese sentido, la construcción de discurso es tanto o más importante que quién lo construye.