Gran expectativa genera la inminente llegada de la Estación Espacial Internacional (EEI), que se prepara una transición clave: el paso de un modelo exclusivamente estatal a uno dominado por estaciones espaciales comerciales. El proyecto tiene previsto despegar en mayo de 2026 y podría convertirse en el puente hacia la próxima fase de la exploración orbital. La NASA planea retirar la EEI de su órbita en 2030.
Esta construcción marca un antes y un después en la historia de la exploración humana. El objetivo original era una misión de 15 años, en la que recibió de manera continua cerca de 300 visitantes de 26 países, pero superó con amplitud esa meta y ahora, mientras se aproxima al final de su vida útil, se prepara para un cambio que podría ser clave en su proceso.
La empresa aeroespacial norteamericana Vast invirtió en instalaciones capaces de fabricar no sólo la nueva central para las futuras misiones, sino también dos módulos por año pensando en un versión mejorada del hábitat trazada que le presentaron a la NASA. La nueva etapa no implica abandonar la presencia humana en el espacio, sino transferir la responsabilidad a empresas privadas que construyan y operen.
La NASA lanzó un concurso que definirá el diseño de la próxima generación de hábitats orbitales. El plan es seleccionar uno o varios socios capaces de demostrar la viabilidad de una misión tripulada de 30 días, como paso previo a una infraestructura permanente.
Después, la agencia contratará “servicios de estación” a un proveedor privado que se ocupe del lanzamiento, el mantenimiento y la operación.