Se le llama “efecto halo” a un sesgo cognitivo bien documentado en psicología, y ocurre cuando una característica positiva, como la atracción física, influye en la percepción general de una persona, haciendo que se ignore o minimice sus defectos, incluso graves.
En el ámbito de las relaciones románticas, este fenómeno puede explicar por qué algunas mujeres desarrollan una atracción intensa hacia hombres peligrosos o criminales, romantizando sus acciones delictivas y viéndolos como "malentendidos" o "redimibles".
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Un estudio reciente publicado en la revista Deviant Behavior revela cómo plataformas como TikTok amplifican este efecto, fomentando la hibristofilia —la atracción sexual hacia criminales— entre mujeres jóvenes de la Generación Z. Este artículo explora las raíces psicológicas, los ejemplos históricos y las implicaciones de este sesgo, basado en investigaciones y análisis periodísticos en inglés.
El concepto del efecto halo se remonta a estudios pioneros en psicología social, donde se observó que personas atractivas son percibidas como más confiables, inteligentes y moralmente superiores, incluso en contextos judiciales. En el sistema de justicia penal, por ejemplo, los acusados físicamente atractivos a menudo reciben sentencias más leves o son juzgados como menos culpables, un fenómeno conocido como "leniencia por atractivo".

Sin embargo, este "halo" puede volverse de doble filo: si la belleza se percibe como herramienta para cometer el crimen, como en casos de fraude o seducción, los juicios pueden ser más severos. Aplicado a las dinámicas románticas, el efecto halo transforma a criminales notorios en figuras románticas, donde el carisma o el aspecto físico eclipsa la violencia subyacente.
Un estudio clave, titulado "Gen Z Hybristophilia: The Role of TikTok in Young Women’s Attraction to Deviant Men", liderado por Emma Virginia Treggia de la Universidad de Huddersfield, analiza cómo el contenido en TikTok contribuye a esta atracción.
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La investigación, que incluyó un análisis de 66 videos y 91 comentarios entre 2020 y 2024, identificó el efecto halo como uno de los temas principales: el 21,7% de las publicaciones minimizaban la culpa de delincuentes atractivos, describiéndolos como "inocentes" o "víctimas de circunstancias" debido a su apariencia.
Algunos ejemplos incluyen comentarios sobre asesinos en serie como Ted Bundy, donde usuarias expresaban fantasías sexuales o disposición a "arreglarlo", influenciadas por representaciones glamorosas en series como "You" o documentales.
La encuesta complementaria, realizada a 95 mujeres de 18 a 27 años que usan TikTok diariamente, mostró que el engagement activo —ver o dar like a videos románticos de criminales— predice niveles más altos de hibristofilia, explicando hasta el 15,8% de la varianza en las puntuaciones de una escala de 20 ítems desarrollada para el estudio. No la mera exposición pasiva, sino la interacción voluntaria fomenta esta distorsión perceptiva.

La hibristofilia, a menudo llamada "síndrome Bonnie y Clyde", se ve exacerbada por rasgos de personalidad como el maquiavelismo y la psicopatía, que predicen fuertemente la atracción a delincuentes, según los hallazgos. Mujeres con altos niveles de psicopatía —caracterizada por búsqueda de emociones fuertes e impulsividad— son más propensas a idealizar a estos hombres, viendo en ellos poder y control eróticos.
El Dr. Sohom Das, psiquiatra forense londinense, explica que este fenómeno surge de una mezcla de trauma infantil, adoración a celebridades y manipulación por parte de psicópatas carismáticos, quienes explotan vulnerabilidades emocionales. En TikTok, temas como "Puedo arreglarlo" o fantasías de víctima —donde se sueña con ser "salvada" o incluso victimizada por un atractivo criminal— se entretejen con ironía generacional Z, usando humor oscuro para normalizar lo aberrante.
Ejemplos históricos ilustran cómo el efecto halo ha perdurado más allá de las redes sociales. Richard Ramirez, el "Asesino de la Noche", recibió cientos de cartas de admiradoras pese a sus brutales crímenes, gracias a su encanto y apariencia; una de ellas, Doreen Lioy, se casó con él en prisión, convencida de su inocencia por el "halo" de su carisma.
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Similarmente, Charles Manson atrajo a seguidoras como Afton Burton, quien planeó casarse con él por una mezcla de fascinación mediática y proyección de fantasías de poder. Incluso figuras literarias como Ayn Rand admiraron a criminales como William Hickman en los años 20, viéndolos como "superhombres" indiferentes a la moral, un eco temprano del efecto halo que se ve en tendencias modernas de TikTok.
En el ámbito legal, estudios muestran que la atractivo reduce las probabilidades de condena en un 14%, pero solo si no se asocia directamente con el delito, reforzando cómo la belleza puede "blanquear" percepciones de peligro.
Medios como TikTok y Netflix agravan el problema al transferir atracción de actores a criminales reales —el "efecto actor-delincuente"—, donde intérpretes guapos como Zac Efron (como Bundy) o Evan Peters (como Dahmer) hacen que las audiencias confundan ficción con realidad. Esto no solo romantiza la violencia, sino que desensibiliza a las usuarias, potencialmente llevando de fantasías a relaciones reales peligrosas.

Expertos advierten de riesgos: la hibristofilia puede originarse en heridas de apego infantil, donde la intensidad se confunde con intimidad, o en un deseo patológico de fama al vincularse con notoriedad. Terapéuticamente, se asocia con la necesidad de "reparar" al otro para sanar traumas propios, pero esto ignora que tales hombres representan amenazas reales, no redimibles por amor.
Las implicaciones son alarmantes: el estudio recomienda intervenciones dirigidas, como validar la Escala de Hibristofilia para uso clínico y educar sobre sesgos cognitivos en plataformas digitales. Limitaciones incluyen la muestra mayoritariamente occidental y la exclusión de contenido crítico, pero subrayan la urgencia de contrarrestar la glamorización cultural.
En una era de viralidad instantánea, el efecto halo no solo ciega, sino que puede perpetuar ciclos de abuso, recordándonos que la belleza física no equivale a bondad moral. Mientras las redes continúan amplificando estas distorsiones, es crucial fomentar una percepción crítica para evitar que el "halo" ilumine caminos hacia el peligro.
BGD/DCQ