Exactamente 10 años atrás comenzó la más reciente de las revoluciones sexuales: el 27 de marzo de 1998, la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos aprobó la comercialización del Viagra y la "milagrosa" pastillita azul hizo su entrada triunfal en el mercado.
La noticia no tardó en circular y hombres de todo el mundo corrieron a las farmacias. En Asia, adonde el medicamento tardó varios meses en ser aprobado, se pagaba hasta 100 dólares por una pastilla en el mercado negro.
En la Argentina, las ventas crecieron en un 130 por ciento entre el año 98 y el 99 y hoy está entre los 20 fármacos más vendidos en el país. Según estimaciones, el mercado crece un 25% todos los años, informó la agencia Télam.
"Actualmente, es uno de los fármacos que más ha aumentado las ventas junto a los otros medicamentos orales para la impotencia", informó Adrián Sapetti, presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH).
Pero mientras que en otros países el medicamento solamente puede ser recetado por un médico especialista, “en la Argentina se consigue fácilmente sin receta”, afirmó Luis Itzcovich, director del Centro de Sexología de Buenos Aires.
Los orígenes. Durante los 90, los laboratorios Pfizer comenzaron a testear al Sildenafil -principio activo de la droga- como medicamento para tratar disfunciones cardíacas. Pero los primeros pacientes que se sometieron a las pruebas reportaron que tenía un curioso efecto secundario.
Cuando en 1998 Pfizer lanzó el Viagra al mercado, el medicamento transformó a la “impotencia masculina” en “disfunción eréctil” y para millones de pacientes alrededor del mundo significó el principio de una nueva vida.
Hasta ese momento, la medicina había considerado a la impotencia como una enfermedad psicosomática, que en general era tratada con un psicólogo. Sin embargo, la aparición del Viagra, que actúa como vasodilatador de la zona genital, probó que en muchos casos la disfunción tiene que ver con un problema médico.
El mercado. Aunque con los años surgieron varios competidores –como Cialis y Levitra-, el Viagra permaneció primero en la cabeza de los consumidores y siguió liderando las ventas.
Durante el 2007, significó para Pfizer (el laboratorio de medicamentos más grande del mundo) una ganancia de 1,7 mil millones de dólares, con potenciales compradores que se multiplican todos los años, establece una nota del New York Times .
Mientras que en un principio era solamente utilizado por hombres de mediana edad que no lograban mantener una erección, con los años hombres más jóvenes empezaron a experimentar con sus efectos.
Aunque los expertos aseguran que la droga no debería tener consecuencia alguna sobre un hombre sano, su uso se extendió rápidamente entre hombres de menos de 30 años, como forma de garantizarse una buena "performance".
Pero en los últimos años surgió un nuevo y tercer tipo de consumidor: adolescentes y jóvenes comenzaron a utilizar el Viagra en combo con meta-anfetaminas con el objetivo de equiparar el desempeño sexual al aumento del deseo que producen drogas como el éxtasis.
“El uso indiscriminado del medicamento por parte de los jóvenes crea un problema en el largo plazo. Como cualquier droga, la efectividad del Viagra disminuye con el tiempo”, explicó Itzcovich y alertó sobre la posibilidad de que para cuando el hombre realmente necesite de la droga, ésta ya no surta efecto.
Viagra color rosa. Con el lanzamiento del Viagra en 1998, médicos y científicos de todo el mundo comenzaron a hacerse una pregunta casi obvia: ¿si la disfunción sexual masculina puede curarse, no puede encontrarse también un remedio a las disfunciones sexuales femeninas?
Sin embargo, relacionados en general con la falta de libido, la cura a los problemas sexuales de las mujeres probó ser más difícil de encontrar que lo que los expertos supusieron en un principio. Varios laboratorios lo intentaron y fracasaron, y otros siguen en etapas de prueba.
Pero el tema parece ser bastante más complejo que en el caso de los hombres: el debate en torno a la creación del “Viagra rosa” excede a las dificultades de la ciencia y se mete en el terreno de las diferencias de género.
Un grupo de psicólogos estadounidenses, liderados por Leonor Tiefer y agrupados en la New View Campaign, se opone, sobre todo, a la forma en la que el “Viagra rosa” será comercializado.
“ La publicidad le dirá a las mujeres que no sienten deseo que tienen un problema médico”, criticó Tiefer, en una nota sobre el tema publicada por el Washington Post . “Pero la falta de deseo puede tener más que ver con que están estresadas o demasiado ocupadas criando a sus hijos. Hacer terapia puede ser una mejor solución”, agregó.
Itzcovich coincide: “En la mujer, la dificultad para lograr el orgasmo tiene causas distintas a las de las disfunciones sexuales masculinas. En general, es un problema psicológico, de conducta o que tiene que ver con experiencias sexuales traumáticas que sufrió la mujer”.
Para algunos médicos y sexólogos la cuestión es bastante más simple: si una mujer se presenta a una consulta preocupada por su falta de deseo y una droga puede solucionarle el problema, ¿por qué no hacerlo?
* Redactora de Perfil.com.