La natalidad no-deseada es un problema en todo el mundo: madres embarazadas que no pueden garantizar el sustento o la supervivencia de sus hijos. La situación puede llevar al abandono total y, en algunos casos, al homicidio del bebé.
Por eso, desde hace 10 años, Austria planteó una reforma tendiente a enfrentar este fenómeno: legalizó el parto anónimo e instaló en 15 hospitales los llamados Babyklappe o buzones para bebés. Las madres pueden dejar a los recién nacidos allí legal y anónimamente, garantizando la seguridad física y médica del niño.
El "buzón" es, en realidad, un pequeño cuarto en una esquina del hospital, con una ventana que se abre desde fuera y que da a una cuna climatizada y vigilada por una cámara. Al utilizarse, suena una alarma en el sector de pediatría, y en unos minutos el personal médico atiende al niño.
La persona que entrega al bebé, cuya identidad siempre queda protegida, encuentra en el buzón una carta que le explica cómo contactar al hospital y un sello de tinta para tomar una huella dactilar del niño, por si quiere identificarlo más adelante.
A pesar de las críticas, el sistema ya lleva 10 años de funcionamiento y logró rescatar a 29 niños en todo el país.