Hace cuatro años que nada se sabe de Florencia Pennachi. Hace cuatro años que la causa que investiga su caso, aquel 16 de marzo cuando luego de hablar por teléfono con su hermano y dar parte de enferma en el trabajo desapareció, no tiene una pista concreta. Hace cuatro años que en su Neuquén natal sus amigas buscan sus rastros, y hace cuatro años también que Lilen Díaz, su compañera de facultad, su amiga de Buenos Aires, intenta que el fiscal investigue la pista de la trata de blancas.
“Desde hace más de dos años tenemos una prueba certera de que Florencia está viva y de que se trata de un caso de trata. Tenemos la punta del ovillo que nos llevaría a ella, pero aparentemente el fiscal que tiene el caso no quiere seguir esa pista”, dispara Lilen en diálogo con Perfil.com.
El fiscal al que Lilen hace alusión es Marcelo Retes, y la prueba que podría echar luz sobre el paradero de Florencia es la última persona que habló con ella antes de que nadie más la volviera a ver. Si bien este hombre declaró en un principio, nunca se insistió sobre su testimonio, explica Díaz.
“El fiscal ha decidió dedicar los recursos del Estado en seguir una pista que no nos llevan a nada. Durante estos años, sólo se dedico a embarrar la causa, a ensuciarla con información basura, a despistar, a perder energía y a dejar pasar el tiempo para que esto quede impune”, expresó Lilen, con el dolor de no ver avance alguno en la Justicia para encontrar a su amiga.
Ley de Trata. Si bien el texto que aprobó el Gobierno el año pasado había generado expectativas en aquellos que luchan día a día contra este delito, la llegada de la norma no aportó mucho para que las chicas secuestradas y prostituidas sean recuperadas y los proxenetas sean castigados por el delito. “ Culpamos al Gobierno por la Ley de Trata porque no favorece a la lucha, sino que facilita el accionar de los proxenetas”, explica Lilen. “Haber sancionado esta ley hace que el Estado sea parte de esta red de complicidades y de impunidad donde la Policía tiene tanta implicancia que el Estado se vuelve parte del delito”, agrega.
Por su parte, la campaña “ Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución” marcó una serie de puntos que explican por qué se oponen a la ley. “No penaliza debidamente a los proxenetas”, reza uno de ellos. “No exige la demostración del "no consentimiento" de la víctima, algo que es muy difícil de demostrar en estos casos dado el grado de amenaza física y psicológica constante sobre el qué estén expuestas las víctimas”, remarca otro punto. Finalmente, la ley “no ofrece un plan de protección a la víctima de trata ni a los testigos”, asegura la Campaña.
Otro de los puntos criticados de la ley son las penas que se imponen para estos delitos. Desde la agrupación la Comisión No a la Trata del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, que incluye al grupo Sin Cautivas -formado por las amigas de Florencia- expresaron su repudio. “Para el sistema punitivo de la Justicia Argentina, un objeto material tiene más valor que una persona. Por robo se pueden recibir penas desde 3 años hasta reclusión perpetua en casos agravados, no siendo éstos excarcelables. Un caso de trata tiene como pena máxima 25 años con todos los agravantes imaginables, y es siempre excarcelable. Es decir, para el sistema punitivo un simple objeto vale más que Fernanda Aguirre, Marita Verón, Otoño Uriarte o Florencia Pennacchi, para mencionar sólo algunos casos de trata”
La culpa nunca es de la víctima. Desde la desaparición de Florencia, Lilen lidia con la impotencia que genera tener que defender a su amiga de las versiones que indican que se fue porque quiso, que en algo andaba y que seguro que partió tras un hombre. “Desde un principio se investigó a la víctima, sus costumbres, que hacía, a ver si se merecía desaparecer”. “ Sea cual sea la vida que llevaba, Florencia no merecía desaparecer. Nosotros tratamos de rescatar que ninguna de las chicas es culpable por lo que les pasó”, asegura.
“Siempre se busca la culpa en a mujer y los que pagan por sexo son los hombres. Se naturaliza que pagar por sexo está bien, porque los hombres tienen necesidades, y ésto lo que hace es que el delito de la trata se este difundiendo a la velocidad y la dimensión que se difunde en todo el mundo”, completa Lilen. Hoy, hace cuatro años que Florencia falta en su casa, en su facultad, entre sus amigas. Hoy, Florencia y tantas otras víctimas de la trata, merece ser encontrada.
(*) Redactora de Perfil.com