Cuando el polémico tren bala, alcanzando una velocidad de 300 kilómetros por hora, atraviese la Pampa Húmeda, donde vive más de la mitad de la población del país –como dice la presidenta Kirchner para justificar la inversión–, sus 500 pasajeros podrán unir en tiempo récord tres de las ciudades más importantes, en las cuales el 60% de sus habitantes se sentirán “insatisfechos” con el transporte público que les toque en suerte si no hay un cambio muy rápido.
Esa es la percepción de los argentinos, y aunque el 83% entiende que es necesario mejorar el transporte, muy pocos esperan que haya cambios para bien.
De las personas que apenas verán pasar la formación como una flecha, el 43% siente hoy que su seguridad personal está en riesgo cuando viaja en su medio de transporte público habitual y 55% opina que el ferrocarril suburbano de pasajeros es el modo de transporte que empeoró más su servicio en el último lustro. El 71% está preocupado o muy preocupado por la congestión del tránsito; y para un porcentaje similar el mal estado de las calles es un problema serio.
Los datos corresponden a un flamante trabajo de la consultora de opinión pública MBC Mori y Asociados, titulado “Los argentinos y el transporte público”, realizado en las principales ciudades del país.
La percepción no fue pareja en todas las zonas. El 20% de los entrevistados en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires (AMBA) se mostró satisfecho así como el 27% en el interior. La insatisfacción fue en el interior del 53% y del 65% en el AMBA. El 63% de los que trabajan está insatisfecho por cómo viaja, así como el 54% de los que no lo hacen.
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