Emocionadas y conmovidas, las víctimas sordas argentinas de abusos sexuales cometidos por curas lanzaron este jueves desde la plaza de San Pedro un grito de dolor y rabia para reclamar a su compatriota, el papa Francisco, justicia y reparación ante el horror vivido. "Hemos sufrido mucho. Necesito una ley que obligue al Vaticano a no encubrir más. Los sordos hemos sufrido abusos de curas y necesitamos que esto cambie", declaró Daniel Sgardelis, de 45 años, en el lenguaje de señas poco antes de llegar a la plaza de San Pedro.
En noviembre dos curas fueron condenados en Argentina a más de 40 años de prisión por abuso sexual y violación de niños sordos en el Instituto Provolo, en Mendoza. "No me gusta la Iglesia. Han abusado mucho y yo necesito que esto pare. El papa está ahí tranquilo en el Vaticano sin darnos las pruebas. Eso tiene que parar. A esto decimos basta", lamentó por su parte Ezequiel Villalonga, de 19 años, gracias a una intérprete.
Las víctimas esperan que Francisco cumpla sus promesas y así salvar a otros niños de sacerdotes abusadores. "El papa sabe que deben ser encarcelados, pero aún así, no hace nada. Me gustaría saber por qué no hace algo", dice Claudia Labeguerie, una víctima de 26 años. "Todavía se cometen muchos abusos, hay aún muchas víctimas. Las leyes deben cambiar", lamenta.
El horror del Provolo
Los sordos que fueron víctimas de abusos sexuales durante su infancia en los institutos católicos del país batallan para que su drama no se repita en otros lugares del mundo. "¿Para qué venimos a Roma? Para que paren los abusos en todos lados", explicó Villalonga, el más joven, quien cargaba un cartel con el retrato de su victimario. "En el mundo, hay muchos países donde estas cosas continúan sucediendo y aún reina el silencio", lamentó Sgardelis.
Sgardelis es una de las víctimas de Nicola Corradi, uno de los dos sacerdotes condenados en noviembre en Argentina por violar a niños sordos. Los sacerdotes fueron condenados en noviembre por la justicia argentina a más de 40 años de prisión por abuso sexual y violación de niños sordos en un internado en Mendoza.
Corradi, un párroco italiano que se trasladó en Argentina en 1970, fue condenado a 42 años de prisión, mientras el argentino Horacio Corbacho a 45 años. Otros quince acusados están por ser juzgados por el mismo delito. El Instituto Provolo de Mendoza, al oeste de Argentina, fue cerrado en 2016, cuando estalló el escándalo. Las víctimas fueron violadas, según los casos, cuando tenían entre 4 y 17 años.
Decepción
Las víctimas piden un encuentro con el papa durante su permanencia en Roma del 20 al 22 de febrero, informó AFP. Un pedido que no ha recibido respuesta ni en forma pública ni privada, lo que suscita irritación y desilusión. "Sentimos mucha decepción", reconoce Erica Labeguerie, quien narró con la voz entrecortada el recorrido de su familia y personal para entender el drama de su hermana. "Esta lucha sirve para que otros rompan el silencio. Que no se oculten las pruebas, que el Vaticano colabore", agregó.
Las condenas del Caso Provolo no son suficientes: "El Papa debe aceptar la responsabilidad"
Las víctimas, que viajan acompañadas por los abogados querellantes, acusan al Vaticano y al papa de encubrimiento y piden justicia, castigo y reparación económica. "El papa tiene el poder de actuar y de evitar que se repita. No hablamos de pasado sino del presente que muchos aún viven", asegura Labeguerie. Para el abogado Sergio Salinas, de la organización argentina humanitaria Xumex, "el pontífice argentino no ha hecho nada para investigar ni para reparar" a las víctimas.
"Necesitamos acciones. No basta con levantar el secreto pontificio. La Iglesia debe colaborar. El papa no ha dicho nada, ni siquiera pedido perdón público. Lo que de todos modos no es suficiente para las víctimas", comentó por su parte el abogado Lucas Lecour.
En el último año, Francisco eliminó el llamado secreto pontificio de los casos de abuso sexual (lo que significa que los obispos y superiores de órdenes religiosas ya pueden cooperar más libremente con la policía durante las investigaciones penales de los abusadores), y aprobó una ley que requiere que todos los abusos sean reportados a la Iglesia, pero no a la policía, incluyendo los cometidos por monjas, informó Associated Press.
Expertos de BishopAccountability, una base de datos en línea sobre la crisis de abusos, elogiaron los avances legales y la conciencia que la cumbre global le dio a los líderes eclesiásticos, que desde hace tiempo se negaron a creerle a las víctimas. Sin embargo, dijeron que se debe hacer más. “La principal falla del Vaticano y del papa es no implementar una ley sólida, universal, de tolerancia cero”, dijo Anne Barrett Doyle, cofundadora del grupo citada por el diario The Guardian. “Si eres declarado culpable una sola vez de abusar sexualmente de un niño, eres retirado permanentemente del ministerio y eres monitoreado de cerca por la Iglesia”.
La activista dijo que si bien la cumbre organizada por el Papa Francisco para analizar la cuestión hizo mucho bien al elevar el perfil del problema, aumentar la cobertura de los medios en los casos y alentar a las víctimas a presentarse, no condujo a una política de "tolerancia cero". "Con eso quiero decir 'un golpe y estás fuera' para los abusadores, al menos fuera del ministerio, y 'una golpe y estás fuera' para los facilitadores", dijo Doyle en Roma.
DS