Las parejas que deciden tener el parto en su casa desean poder manejar la posibilidad de elegir sus tiempos y sus modos, sin adaptarse a un sistema de salud que suele apurar el momento de parir con intervenciones clínicas que no siempre son aconsejables. Así, en la Argentina casi un 80% de las mujeres que tuvieron a sus hijos en centros de salud fueron sometidas a la episiotomía, un corte en la vagina para agrandar el canal de parto, y un 70% a cesáreas en el sector privado cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que no es aceptable más de un 15%. Estas intervenciones médicas son consideradas excesivas por muchas parejas a punto de ser padres y también, cada vez más, por médicos y parteras.
El obstetra Carlos Burgo asiste partos humanizados junto a un grupo de parteras y especialistas. El médico asegura que en los últimos años se duplicó la cantidad de parejas que eligen un parto domiciliario, aunque sigue siendo un sector minoritario de la población. “El parto humanizado tiene muchas ventajas, la principal es que se realiza en un ámbito no hostil ni agresivo y que la pareja tiene autonomía; el riesgo tiene que ver con el tipo de asistencia, no con que sea domiciliario”, sostiene.
Buego indica que algunas prepagas y obras sociales no discriminan por tratarse de un parto domiciliario y cubren los servicios, aunque muchas otras todavía se resisten. El obstetra considera que las mujeres que tienen a sus hijos en las clínicas deben pasar por “partos inducidos y por monitoreos permanentes, y además se las asusta todo el tiempo con el dolor que sufrirán”.
La nota completa, en la edición impresa del Diario Pefil.