Compartir con más de doscientos extraños las horas que dura un viaje en avión es, sin dudas, un ejercicio de convivencia. Y aún más si se tiene en cuenta que, desde hace no más de cinco años, algunas de las principales aerolíneas internacionales permiten llevar a perros y gatos a bordo con sus dueños.
Sin embargo, a diferencia de lo que pudiera suponerse, la tendencia está instalada y cada vez más gente se anima a viajar acompañada de sus mascotas en la cabina. De hecho, esta semana, la ex presidenta Cristina Fernández tomó un vuelo de Aerolíneas Argentinas desde El Calafate a Buenos Aires, acompañada de su perrita, Lola.
La compañía de bandera, que implementó el servicio en febrero de 2015, ya vio incrementada en un 50% la cantidad de pasajeros que lo utilizan: durante el año pasado, viajaron un promedio de diez mascotas por día –en total, vendieron 3.427 lugares– y en el primer trimestre de 2016, el promedio diario aumentó a 16 animales domésticos por día –un total de 1.496 mascotas–, repartidos en los 250 vuelos de cabotaje que la compañía de bandera opera en el país, según cifras de la compañía. El primero en volar fue un caniche toy negro, bautizado como Robertino Loco McKain, acompañado de su dueña Silvia Dara.
Otro de esos pasajeros frecuentes es Arty, el bulldog francés de la misionera Juliana Sniechowski, que ya hizo varios vuelos en cabina. “Al principio tenía la inquietud de cómo sería la experiencia del viaje para él, si lloraría o ladraría durante elvuelo. Tenía miedo de molestar a los demás. Curiosamente, desde que subimos al avión, se durmió. Yo lo miraba de vez en cuando para ver si estaba bien y él seguía durmiendo. Además, los otros pasajeros me preguntaban si podían sacarse fotos con él. Fue un alivio que reaccionaran tan bien”, cuenta su dueña.
Certificados. Hay algunas especificaciones que los animales deben cumplir para viajar en cabina: pesar hasta 9 kilos y tener más de 45 días de vida, y presentar un certificado de salud que no exceda los diez días de emisión más los certificados de vacunación y desparasitación emitidos por un veterinario matriculado. Deben viajar en caniles con el tamaño adecuado para colocarse bajo el asiento de adelante del pasajero. Los costos del pasaje varían, según las aerolíneas, de los US$ 75 a US$ 250.
Además, si son razas branquicéfalas –como los bulldogs franceses, con narices cortas– no pueden volar en la bodega, porque los cambios de temperatura pueden resultarles fatales. Por eso, para Guadalupe González, traer a Igor desde Toulouse le llevó varias instancias de averiguaciones: “Los más flexibles que encontré eran TAM e Iberia, y elegí ésta última. En Francia tuve que gestionar un pasaporte para él, con un chip que incluía sus datos y los míos. Además, como fue un regalo de mi mejor amiga, hicimos una cesión legal que especificaba que me hacía responsable del perro”, relata. Su experiencia fue exitosa: Igor debió viajar con pañal, ella lo hidrataba según le explicaron los veterinarios y lo dejaron sacarlo durante algunos tramos del viaje. “Lo único estresante es que el lugar lo confirman sólo 48 horas antes, pero fue genial viajar con él”, concluye.