Un grupo de comerciantes de la avenida Avellaneda encontró en un elemento decorativo e inofensivo la solución a uno de sus principales problemas, que ni la fuerza pública pudo darles antes: la instalación de maceteros sobre las veredas de la zona ahuyentó a gran parte de los manteros que todos los días se disponían allí a vender productos de manera ilegal.
Los maceteros pueden verse sobre ambas veredas de la avenida, en las cuadras que van desde el 2.900 al 3.400; son de hierro forjado, miden cerca de dos metros de longitud y tienen un costo aproximado de $ 2.000 cada uno. PERFIL recorrió la zona y contabilizó unos 120 maceteros que, según explicaron los comerciantes, fueron –y siguen siendo– colocados de manera gradual en toda la extensión de la avenida donde existe la competencia desleal que plantean los manteros.
Según datos aportados por la Cámara de Empresarios Coreanos de la Argentina –la entidad que nuclea a los comerciantes mayoristas textiles de esta zona del barrio de Flores–, desde la instalación de estos dispositivos “antimanteros” la presencia de los vendedores de mercadería “trucha” se redujo en alrededor del 50 por ciento.
Los valores surgieron luego de un relevamiento en el que se comparó la situación actual con la de los últimos meses del año pasado, cuando sobre esa avenida se instalaban diariamente cerca de mil manteros que generaban una facturación mensual de casi 18 millones de pesos. Según este organismo, que impulsa la iniciativa desde enero de este año, por estos días el número de puestos ilegales apenas roza los 500.
Desde la Cámara Argentina de Comercio y de acuerdo al último estudio que realizó el Observatorio de Comercio y Servicio en junio, aseguran que detectaron 423 puestos de venta ilegal. “Si bien se nota una baja en la cantidad de vendedores sobre Avellaneda, muchos de ellos se reubicaron en calles transversales o paralelas, o directamente se corrieron hacia a otras zonas de la Ciudad, como por ejemplo la avenida Pueyrredón entre Bartolomé Mitre y Corrientes”, señaló Gabriel Molteni, economista y Jefe de la CAC.
Por su parte, desde la Cámara de Empresarios Coreanos, su vicepresidente, Alejandro Kim, defendió la instalación de canteros móviles ya que representan “un sistema no violento, disuasivo, que apunta a erradicar la competencia desleal”. Para el joven empresario de 36 años, hijo de inmigrantes coreanos y abogado, los maceteros “permiten no sólo embellecer el espacio público con plantas y flores, sino que además posibilitan que los vecinos, comerciantes y clientes transiten por veredas limpias y que no sufran problemas de inseguridad”. La iniciativa cuenta con el apoyo del Ejecutivo porteño, diferentes entidades comerciales y vecinales.
Desde le Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, por ejemplo, señalaron que se trata de un paliativo hasta que se ponga en marcha en esa zona el programa que apunta a la erradicación total de la venta ilegal en las calles y avenidas porteñas, tal como ocurrió en Florida, Retiro y Constitución. “Todas las medidas ayudan para combatir la ilegalidad, pero no significa que sea la solución del problema. La idea es hacer foco en esa zona a principios de 2014. El plan incluye la presencia de más inspectores y de agentes de la Policía Metropolitana”, aseguró una fuente de esa cartera.
“Su instalación fue una buena iniciativa que solucionó en buena medida el problema de los manteros, ya que no sabíamos qué hacer para correrlos. Los echábamos y al poco tiempo volvían. Igual, siempre están atentos por si queda algún espacio libre entre los canteros o para intentar correrlos, por eso ahora también los encadenamos”, aseguró Ariel Yun, propietario de un local mayorista de Avellaneda al 3.200.
Del otro lado de la vereda, Omar Guaraz, lider de los manteros a través del Movimientos de Vendedores Libres en la Vía Pública, cargó contra la medida, pues entiende que los maceteros “representan la violencia que se genera entre comerciantes y manteros”. Y agregó: “ocupan un lugar del espacio público que le pertenece al mantero para que pueda trabajar libremente”. Para el referente de los manteros, “la instalación de los canteros móviles es una manera más de expulsión y represión hacia los compañeros que trabajan en el espacio público”.