La gente es el mejor índice de precios: Perfil.com visitó el Mercado de San Telmo y encontró con un
lugar casi desierto alrededor del mediodía, cuando muchas amas de casa hacen las compras.
Los carniceros lamentan los aumentos, que deben trasladar a los precios, pero no sufren
demasiado: la gente sigue comprando y llevan los mismos cortes; prefieren pagar más por una carne
que rinda y alimente, antes que quedarse cortos.
La indignación mutó en resignación, y muchos ya aceptan que la carne va a costar más que la
semana pasada cuando vayan a comprarla. Patria y carne son, para muchos, una misma cosa, y el
asado, candidato a escudo nacional, no se toca. Aunque aumenta.