Es innegable que la crisis financiera internacional afecta ante todo a los trabajadores: sólo durante el febrero pasado, unas 651.000 personas quedaron desocupadas en Estados Unidos, cuyo índice de desempleo trepó a 8,1 por ciento.
Pero la recesión golpea fuerte también a quienes no trabajan: en este caso, a mujeres sin ingresos propios, mantenidas por sus maridos, que se ven obligadas a comprar y revender ropa para subsistir.
"Puedo predecir cuándo una mujer se va a divorciar de su marido por las compras que hace", explica Joan Lacey, una "personal shopper" cuyo trabajo consiste en realizar las compras personales de los personajes más importantes de Hollywood.
En estos días de desesperación financiera, Lacey no sólo se encarga de comprar la ropa. Según explicó al diario estadounidense Financial Times , ahora muchos clientes le piden que adquiera objetos y luego los revenda para así tener efectivo contante y sonante en mano.
"Tengo una cliente que compra específicamente carteras de Hermés Kelly o de Birkin y las mejores pieles, y de inmediato las lleva, todavía con la etiqueta puesta a Encore (una casa de Nueva York que vende ropa de diseñador de segunda mano), para venderlas bajo la cuenta de su sobrina", contó al Financial Times.
Esta clase de boutiques se dedica a comprar y revender objetos de diseñador. Son las sobras de las clases altas: zapatos Prada de la temporada pasada, o vestidos apenas usados. Si el objeto se vende, su dueño original embolsa alrededor de la mitad del precio de venta. Muchas mujeres hacen esto para obtener efectivo sin que su marido se entere. "Son las esposas de los hombres de Wall Street afectados por el mercado", confirma Lacey.
Muchas recurren a este truco por miedo a quedarse sin nada, sostiene Lili Vasileff, presidente de la Asociación de Planeadores Financieros de Divorcios. "Llevo 17 años asesorando, y las mujeres que hacen esto tienen terror de quedar despojadas al día siguiente", afirmó al diario.
"Una clienta hacía esto en Neiman Marcus porque no tenía efectivo para comprar el almuerzo de sus hijos en el colegio", detalla Vasileff, quien cree que ahora "revender ropa se convirtió en una forma de supervivencia cuando no se tiene acceso a bienes gananciales".