Desde hace 45 años el doctor Alberto Cormillot reclama que la obesidad sea considerada como una enfermedad en la Argentina, medida que se concretó durante la gestión del ex ministro Héctor Lombardo aunque luego volvió a fojas cero. El programa Cuestión de peso, en el que se evidencian las dificultades de quienes la padecen, pasó a ser la vidriera para difundir el problema y el reclamo. En ese marco, el lunes 20, entre 10 y 15 mil personas se reunieron frente al Congreso para pedir la aprobación de una ley de obesidad, una movilización única en el mundo teniendo en cuenta que el eje de la iniciativa fue una enfermedad.
Para Cormillot, la convocatoria demostró que es necesario que el Estado intervenga. “El ministro de Salud, Ginés González García, está muy preocupado por el tema porque sabe que es una bomba sanitaria. Hay que enfrentar a muchas industrias de alimentos y combatir la resistencia de las obras sociales”, explicó. “Evidentemente aún no se han sentado a analizar en serio la posibilidad y los costos reales de que las obras sociales cubran, por ejemplo, tratamientos progresivos. Al evitarse muchas enfermedades vinculadas con la obesidad, como diabetes, hipertensión, artrosis, trastornos cardiovasculares y respiratorios, el gasto sería mucho menos significativo de lo que creen”, dijo.
La obesidad es una epidemia mundial que se cobra dos millones de vidas cada año. En el Congreso argentino, los proyectos en ese sentido siguen multiplicándose desde hace años, pero ninguno consiguió el aval necesario para convertirse en ley, pese a que 16 millones de personas tienen sobrepeso y obesidad en el país y es la segunda causa de muerte después del cigarrillo. Los pronósticos son aún más alarmantes: se estima que para el año 2040 el 100% de la población norteamericana será gorda y la misma situación se registrará en Argentina para el año 2060.
Prevención. Para Cormillot, la clave está en una política de prevención a largo plazo, algo que no significaría un gasto público excesivo. Según la experiencia internacional reunida, los aspectos más importantes tienen que estar orientados a los menores, como la educación alimentaria y el aumento de la actividad física en las escuelas, así como campañas de información masiva y programas contra la discriminación de los obesos. “La ausencia de una política en este sentido refleja el predominio del desinterés o la ignorancia”, sentenció.