“Nosotros trabajamos con un equipo en Beirut; ahí fue que tomamos la decisión de involucrar a las iglesias evangélicas argentinas, para que cada una pueda recibir a una familia de refugiados”, explica Alejandro Rodríguez, director de Juventud Con Una Misión (Jucum), organismo a cargo del proyecto. Así, cada institución que participa, sobre todo en el interior del país, se ofrece como “llamante” de una familia siria, de la cual se hará cargo por lo menos durante un año. “Desde que pisan Ezeiza, nosotros asumimos la responsabilidad, sólo le pedimos al Estado que se ocupe de toda la cuestión del visado y el pasaje aéreo”, explica Rodríguez, quien tras pasar las fiestas en campos de refugiados en Europa, le comentó su intención de que las iglesias recibieran refugiados al papa Francisco, y cuyo aval fue clave a la hora de presentar el proyecto al gobierno nacional. “Nuesto compromiso con las familias es por un año, donde se les brinda vivienda, trabajo, educación y facilidades para aprender el idioma”, agrega.
Quienes vendrán son en su mayoría sirios que están viviendo en el Líbano, a la espera de pasaportes y permisos para emigrar a otros países.
“Nos manejamos con pastores libaneses que nos recomiendan familias, a las que luego entrevistamos y preguntamos cómo era su vida antes de la guerra y qué les pasó después. Nos contaban que antes había seguridad, que los chicos iban a la escuela, que algunas eran familias grandes, y que ya no. Ahí les cambiaba la cara y contaban que un día su casa ya no estaba porque le cayó una bomba, o que se tuvieron que escapar de noche porque les caían misiles mientras dormían”, cuenta Richard Gordon Smith, miembro de la organización que estuvo en el Líbano durante casi seis meses ayudando a los sirios que vendrán a conocer de antemano cosas de Argentina, desde el idioma, hasta las costumbres. “Los niños ven un avión y les agarra terror porque significa bomba para ellos”, agrega.
En la Iglesia Bautista de San Isidro ya están listos para recibir a una familia –una mujer viuda con sus hijos de 13 y 19 años–, a quienes ya consiguieron una casa y esperan lleguen para enero. “Nuestra Iglesia tiene una escuela internacional donde van chicos de distintas nacionalidades, eso nos abre una oportunidad de escolarizar al menor”, explica el pastor Gustavo Schneir. En la Iglesia Cristo para Todos, de Adrogué, donde recibirán a otra familia –un matrimonio con dos hijos–, organizan charlas con la comunidad para hablar sobre cómo recibirlos. “Acá hay gente que sabe árabe, por eso armamos un equipo de veinte personas, donde cada uno se reparte una actividad: idioma, comida, escuela, trabajo”, agrega por su parte el pastor Bernardo Afranchino.