Exuberante: como los pavos reales, que él cría sueltos en el jardín de su terreno de 3.200 m2 en el condominio de Aldea del Valle, en Goiania, a unos 200 km de Brasilia. Esa es quizás la mejor palabra para describir al arquitecto Leo Romano, de 40 años, y su casa, de 375 m2, que construyó para sí mismo.
Dos plantas grandes, vidriadas, que miran al bosque y totalmente cerradas hacia la calle. “De un lado tengo la privacidad, y del otro aprovecho al máximo el paisaje con los ambientes abiertos hacia la naturaleza”, dice el morador de la casa, quien también es artista plástico.