Se levanta temprano, prepara el desayuno, lleva los chicos al colegio y vuelve a casa. Antes de ponerse a trabajar en la computadora, aprovecha y pone a lavar la ropa. En los ratos libres, se cocina, lava los platos, busca a los chicos, les da la merienda y sale a hacer las compras para la cena, que preparará y dejará lista para cuando su mujer vuelva a casa.
Esa es la rutina de Marcelo F., un diseñador gráfico de 35 años, que aprovecha su trabajo desde casa para hacer las tareas del hogar que su mujer no puede, porque trabaja todo el día fuera de casa. “No me cuesta nada hacerlo, si trabajo desde casa. Nos acomodamos así, nos amoldamos en función de las necesidades de los dos. Además, disfruto mucho de estar en casa”, asegura Marcelo en diálogo con Perfil.com. Sin embargo, reconoce que “a veces” le gustaría trabajar afuera para cambiar de aire y relacionarse con gente de otra forma, y que la gente, en general, no entiende el cambio de roles de su pareja.
Como Marcelo, son muchos los hombres que por una razón u otra se dedican a las tareas de la casa mientras sus mujeres salen a trabajar. Una tendencia que comenzó con la crisis económica de 2001, que dejó muchos desocupados, y que se fue afianzando con los modos de trabajo free-lance, que se hacen desde casa. Además, la mujer fue adquiriendo cada vez más espacio en las empresas, al tiempo que se especializan cada vez más para obtener los puestos ejecutivos que antes sólo eran pensados para hombres.
“Como todo proceso de reacomodación cultural, hay ciertas crisis en los cambios de roles, porque hay hombres muy anclados a los antiguos modelos a los que no les resulta aceptable que la mujer salga a trabajar y ocupe el lugar de proveedora en la familia. Siente como una minusvalía en su masculinidad”, explica Harry Campos Cervera, psiquiatra y psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Y señala que, efectivamente, la crisis de 2001 fue el detonante en la Argentina.
“Ahora, encima, cada vez son más mujeres las que más se capacitan laboralmente, o sea que en un futuro cercano esto va a estar mucho más marcado”, dice el especialista. Y agrega: “Esto va redefiniendo los rasgos tradicionales de la masculinidad y la femineidad”. Por ello, según Campos Cervera, a la tendencia marcada por una necesidad económica y por la incorporación de la mujer en la escena laboral, “se suman factores culturales, muchos de ellos marcados por la moda, que incluso van definiendo esos rasgos. No es casual que aparezcan los metrosexuales o los machos cosmos”, destaca.
(*) Redactora de Perfil.com