La lengua española volvió a actualizar su pulso con la realidad. La Real Academia Española (RAE) anunció la incorporación de nuevos términos y expresiones a su diccionario, una herramienta de consulta central para millones de hablantes en España y América Latina. Entre las novedades se destacan palabras atravesadas por la tecnología, los cambios sociales y las tensiones del mundo contemporáneo, como loguearse, streaming y turismofobia.
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La actualización incluye también voces vinculadas a la cultura y los hábitos urbanos, como microteatro, así como expresiones de uso extendido en los medios y la vida pública, entre ellas foto de familia y juguete roto. Según explicó la institución, el objetivo es reflejar el uso real del idioma y su evolución constante, sin perder rigor ni coherencia normativa.

El impacto de lo digital ocupa un lugar central en esta edición. Junto con loguearse —adaptación al español del verbo inglés to log in— se suman términos como gif, hashtag y streaming, ya consolidados en el lenguaje cotidiano, el periodismo y las redes sociales. La RAE subraya que estas incorporaciones responden a un uso sostenido y generalizado entre los hablantes.
La dimensión social también gana espacio. Turismofobia, por ejemplo, nombra el rechazo o malestar que genera el turismo masivo en determinadas ciudades, un fenómeno debatido en grandes urbes europeas y latinoamericanas. Su ingreso al diccionario da cuenta de problemáticas urbanas que exceden lo lingüístico y se insertan en discusiones políticas, económicas y culturales.
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Además, se incorporaron términos científicos como gravitón, termoquímico y narcoléptico, y se actualizaron acepciones de palabras ya existentes, como chapar, que ahora también refiere al cierre de un comercio, o eco, usada coloquialmente para hablar de una ecografía.
Como en cada revisión, el trabajo se realizó de manera conjunta con las academias de la lengua de América Latina, lo que permitió sumar usos regionales como morro (niño, en México y El Salvador) o cubetera para el recipiente con hielo, en países como Bolivia, Chile y Cuba.
Lejos de ser un gesto simbólico, cada nueva entrada confirma que el diccionario no solo registra palabras, sino también las transformaciones culturales de quienes las usan. En tiempos de pantallas, viajes masivos y cambios acelerados, el idioma vuelve a demostrar que está vivo.
LV / EM