La clínica que la médica cubana Hilda Molina dirigió hasta 1994, cuando se enemistó con el gobierno de Fidel Castro, es famosa en todo el mundo. Se llama Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN), atendió a casi 20 mil personas desde que se decidió darle prioridad al incipiente “turismo médico” en 1993, y la Argentina es el segundo país que más pacientes le aporta después de México (que está a una hora de avión), aunque desde la caída de la convertibilidad los compatriotas viajan cuatro veces menos, según confiaron a PERFIL fuentes cercanas a la clínica.
¿Cuál es el secreto de su éxito? ¿Tiene algún truco la medicina cubana que no se pueda encontrar en la Argentina? Mientras aquí todavía se recuerdan las imágenes del político radical César “Chacho” Jaroslavsky, que logró volver a caminar en la isla, y los elogios de famosos varios que llegaron a esas playas para superar problemas neurológicos (ver recuadro), los especialistas argentinos se muestran escépticos respecto de esas curas. “ Es un mito eso de que Cuba es especial”, dijo Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).
“Se combina la mística que Cuba tiene en los argentinos con un tratamiento especial de kinesiología extendido en el tiempo, que si se hiciera en Ituzaingó también tendría éxito. Y, por otra parte, no veo que sus especialistas hagan publicaciones en journals destacados”, opinó.
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