El mismo rugido ensordecedor de los motores que anuncia el inicio de la carrera. Los fanáticos de siempre, embanderados con los colores de su automotriz predilecta. Y las clásicas promotoras, voluptuosas y llamativas, que se protegen del sol con sombrillas tan coloridas como sus uniformes. La mística del turismo carretera ha permanecido intacta a lo largo de sus 73 años de historia. Pero algo empieza a ser diferente en este mundo de asfalto, máquinas y campeones.
Algunos vinculan el cambio a la llegada de nuevas marcas que demandan una transformación del “target”, mientras que otros hablan del rol de la televisión y la radio. Lo cierto es que al público habitual, se suman cada día más jóvenes que llegan al autódromo de Buenos Aires con las remeras de su grupo de rock dilecto o adolescentes bien ataviados, con camperas de cuero de diseño y relojes exclusivos. Sólo un símbolo de aggiornamiento del TC que hoy transita, con certeza, una nueva era.
ESTILO RETRO. “Los que manejan el consumo son los jóvenes, entonces hubo que apuntar ahí para mostrarles que los fierros son 'lo más'”, explica Oscar Aventín, presidente de la Asociación de Corredores de Turismo Carretera desde hace diez años. “El Puma”, como lo llaman en el ambiente del automovilismo, cree que la categoría comenzó a cautivar a las nuevas generaciones porque se la puede inscribir en “la onda retro que predomina en el mundo”. ¿Hay algo más vintage que una carrera de autos con la carrocería de la década del '50 y las mismas marcas norteamericanas que competían en 1937?
Pero una de las razones por las cuales el público cool se acerca cada vez más a los fierros tiene nombre y apellido: Mario Pergolini.
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