"Están lloviendo estrellas en esta habitación", cantan cientos de adolescentes... Después viene Shakira. Y enseguida, algún hit de Bandana. Lejos de la típica disposición de los boliches gay, con sus reservados y túneles, aquí se respira cierto aire de libertad, desenfreno y algo que está ahí, que no necesita remarcarse. Es que el público pertenece a una generación que está saliendo del closet que se diluyó hace rato.
"Tal vez un chico viene y se encuentra con una chica, que a la vez estuvo con su amigo, pero después está con otra chica. No tiene que ver esto con promiscuidad, sino con algo típico del autodescubrimiento que tiene un joven a esa edad", cuenta Ezequiel, quien se asoció con Julio hace cuatro años para organizar fiestas Plop. Cada viernes reunen entre 1.500 y 2 mil jóvenes de entre 18 y 24 años en un boliche del barrio de Colegiales. "En la Plop se generó un lugar de diversión. Yo recuerdo que cuando tenía 20, no encontraba un lugar donde se sintiera cómodo", recuerda.